Las que tienen que servir

agosto 24, 2008

Uno cree que el gran problema de un film tan fallido como Una palabra tuya es que Elvira Lindo se ha limitado a ceder su novela homónima para que Ángeles González-Sinde la pase a guión y la dirija. La actual presidenta de la Academia no es Miguel Albaladejo, que ha contado en varias ocasiones con la madre de Manolito Gafotas para sus filmes, y no se ha enterado del peculiar mundo de la escritora gaditana. Los que vieran en su momento Ataque verbal recordarán la sal que tenía el sketch de las barrenderas protagonizado por la propia Lindo, y que antecede en muchas cosas al film que nos ocupa. Allí estaba la combinación de comedia costumbrista, drama y detalles surrealistas cotidianos que han caracterizado los trabajos del dúo. Pero la directora de Una palabra tuya no sabe mezclar estos elementos y la película se le va de las manos. Si Elvira Lindo hubiese controlado al menos el guión, el film hubiese tenido opciones de mejorar.

 

            Era un buen material a priori. Una historia de soledad, con personajes cálidos y realistas, y que enseña que los obreros también existen en nuestro país. Pero no se encuentra el tono. González-Sinde demuestra de nuevo, como hizo en su ópera prima tras las cámaras, La suerte dormida, que le pierde el melodrama más heavy y decimonónico, con estallidos de los personajes muy retóricos. Y se nota que el mundo de los proletarios le coge muy de lejos con sus problemáticas. Personajes como el de la madre de la protagonista están muy mal metidos en la trama. Las carencias de la película quedan claras en lo pobre que resulta en pantalla la prometedoramente absurda conversación entre esta señora, su hija y su amiga.

 

            Pero lo peor es el giro de guión que presenta el filme, que más que un giro es un doble salto mortal con red, y que lleva la película hacía otro sitio más peliagudo. Haría falta otro tipo de director para hacer que nos compadezcamos de una persona que resulta ser una psicópata de manual –hasta se cuenta su nacimiento en una escena que recuerda mucho al Tideland de Terry Gilliam- y que nos obliga a replantearnos todo lo visto. Igual es que este Alcancero ya se halla mayor, pero le cansa tanto intento de hacer seudopoesía con personajes que deberían estar en un psiquiátrico desde el principio de la trama. A lo mejor visionarios como Von Trier lo consiguen, pero a Ángeles González-Sinde le queda muy lejos. Una malévola pregunta final. ¿Por qué Esperanza Pedreño se parece tanto a Manuela Velasco? ¿Es ese el look oficial de chica joven que va a imponer el cine español a partir de ahora? Bueno, tampoco sería justo despedirse por ahora sin subrayar el gran trabajo que hacen Malena Alterio y Antonio de la Torre con sus personajes. Y el curioso look setentero, empezando por la ocre fotografía, que tiene un film ambientado en nuestros días.


El asesino aburrido

agosto 23, 2008

Bangkok Dangerous es una buena prueba de la voracidad de la industria del cine americano actual explotando filones que como buenos neocapitalistas agotan pronto. No contentos con saquear como si fuesen los árboles del Amazonas los filmes de terror orientales en todas sus variantes –remake americano, remake americano por el director original, remake por director americano y secuela del remake por el director original, etc-, ahora buscan en la obra de estos nuevos talentos importados de Asia fuentes de inspiración. Así ha ocurrido con el film que nos ocupa. En 1999 fue la ópera prima de los hermanos hongkoneses Danny y Oxide Pang, que se dieron posteriormente a conocer en Occidente con su película de terror The Eye. Consecuentemente fueron absorbidos por Hollywood –variante secuelas del remake por directores originales- y tuvieron la oportunidad de volar sin lastres del pasado con The Messengers, pasada no hace mucho por nuestras pantallas. Algún ejecutivo vio en este tiempo Bangkok Dangerous y le pareció una buena idea hacer una versión americana (remake por los directores originales), que es la que se acaba de estrenar en España.

 

            Y visto el resultado, se podían haber ahorrado el esfuerzo. El nuevo Bangkok Dangerous (debo confesar que desconozco el primero) es un átono y aburrido film de acción que bebe de muchas fuentes y no aporta nada nuevo. Habla de un asesino a sueldo que ha hecho de su profesión una ética personal, si es que tal término puede ir unido a un criminal. Es solitario, no confía en nadie y vive para sus macabros encargos. Pero sorprendentemente cuando llega a la capital de Tailandia para un “trabajito” múltiple todo cambia, merced a un guión bastante inverosímil. Suele fichar a algún marginal del lugar donde se desplaza para que le haga de recadero al que luego elimina. De forma incomprensible el que escoge en Bangkok, un ladronzuelo callejero, le llega al alma y se apiada de él, a la vez que se enamora de una auxiliar de farmacia sordomuda. El problema es que la historia carece de toda densidad dramática. El asesino no nos conmueve en su asumida soledad inicial y estos giros de guión están pésimamente explicados. Un pasotismo emocional se apodera de esta floja historia, que nos impide identificarnos con nadie –es incomprensible que el criminal le caiga bien el insoportable personaje del ladronzuelo, encarnado por un desesperante Shahkrit Yamnarm- y que tampoco funciona como película de acción. Piratea demasiado de los clásicos del géneo orientales, John Woo a la cabeza, con un emblemático tiroteo con una estantería por medio incluido, pero sin su garra y con mucho mediocre oficio rutinario. En fin, una nueva guiñada de este extraño actor llamado Nicolas Cage, capaz de lo peor (El motorista fantasma) y de lo mejor (El señor de la guerra) sin mucho punto medio. En este caso, la moneda cayó del lado de lo peor.


La noche cae sobre Gotham

agosto 19, 2008

La definición que mejor cuadra a El caballero oscuro es neurótica. No por su compulsiva dirección o por un abigarrado guión que acumula peripecias en dos horas y media que parecen mucho mas dada la cantidad de cosas que ocurren, sino por la tensión que la recorre desde que empieza hasta que acaba, que llega a ser agotadora. También es neurótica por que capta el espíritu de una época asustada y confusa. Y es que la nueva entrega del renovado Batman de Christopher Nolan y Christian Bale es una de las mejores películas post 11-S junto con la gran Zodiac.

 

            Y es que El caballero oscuro es una tensa reflexión sobre el concepto de legalidad e ilegalidad en nuestro mundo contemporáneo. Batman tiene una profunda crisis porque sabe que él no es la solución al crimen que azota a Gotham City. No deja de ser un justiciero al margen de la legalidad, y así lo creen muchos. Lo polémico que puede ser un personaje así es mejor tratado que en la reciente Hancock, que hacía de esto su trama principal. La esperanza parece ser Harvey Dent, un fiscal dispuesto a luchar con el código penal en la mano contra el cáncer mafioso que corroe Gotham. Se forma una enextraña alianza entre el hombre murciélago, Dent y el honesto policía James Gordon. Pero aparece un nuevo criminal en la ciudad, el Joker, un nihilista que más que un mafioso es un auténtico terrorista. No parece actuar por interés material, sino para demostrar su huraña filosofía de que el mundo es un caos y de que la maldad siempre triunfa. Su campaña violenta en Gotham invoca los miedos que el americano medio siente ante Al-Quaeda, al poder estallar la violencia en cualquier lugar y en cualquier circunstancia.

 

            Pero estas distinciones no están claras. Como en el Batman de Tim Burton, que se ve superado por la nueva versión, Joker y el justiciero pueden ser las dos caras de la misma moneda, como el dólar al que tanto gusta usar a Dent, pero aquí Nolan lo lleva más lejos. Puede que Batman sea repudiado, pero como los departamentos de operaciones encubiertas de los gobiernos es útil para hacer el trabajo sucio, como bien saben los responsables de Gotham cuando lo usan para llegar donde ellos no pueden legalmente. El mismo incorruptible Dent tiene su truco en su aparente uso del azar. El Joker enfrentará diabólicamente estas contradicciones para sus intereses. Como dice en un momento del film, lo único verdaderamente justo que hay en este mundo es el caos.

 

            Lo sorprendente del film es su brutal negrura. En el fondo, nadie es positivo en El caballero oscuro. Hasta el buen Alfred que encarna el gran Michael Caine demuestra tener su cadáver en el armario. Hay un giro de la trama que sorprenderá a muchos por su crueldad. Y uno cree que uno de los errores del film es la subtrama de los ferrys, que parece metido por alguien que se asustó de tanta desesperanza y quiso meter algo positivo. Cómo también el frenético ritmo de la cinta perjudica a veces su claro desarrollo y un exceso de ambición la lastra. Pero no deja de ser una película importante, que saca fuerzas de su propia neurosis para hablar de un momento desolado de la historia americana y mundial actual, con el desgarro entre conspiraciones criminales, una ley impotente y un justiciero tétrico, que actúa como esos atajos que han descubierto los gobiernos para luchar contra el terrorismo. Que una película tan incomoda esté siendo un éxito de taquilla, más allá del morbo de ver al difunto Ledger, que está soberbio en su amenazador y psicótico Joker –derrotando al propio Jack Nicholson en su terreno- , que brilla en un reparto de gran altura, es un misterio.


Tecnología con corazón

agosto 18, 2008

Lo sorprendente de WALL-E, el último prodigio Pixar, es ver como se las arreglan para meternos por toda la escuadra una auténtica distopía, camuflada en un nada inocente film de dibujos animados. Si quedaba alguna duda de que estos chicos iban a reventar un género tan codificado en su vertiente mayoritaria aquí esta la prueba definitiva.

 

            WALL-E, con el que la Pixar vuelve a recobrar su crédito tras la previsible y algo untosa Cars, habla de un futuro bastante triste para el ser humano. El planeta se ha convertido en un vertedero y los supervivientes se han ido a vivir a una gigantesca nave espacial. En la Tierra se ha quedado un robot modelo WALL-E, limpiador y reciclador de basura, que lleva una solitaria existencia hasta que aparece un sofisticado robot femenino que le muestra que otro mundo es posible. Pero este planteamiento no da idea de la riqueza argumental de la película. Definitivamente, la gran tradición del cine americano se ha refugiado en el cine de animación y en el que fuera su hermana pequeña, la televisión. Es mucho más gratificante ver un episodio de The Wire, Los Soprano y demás o ver una película Pixar que tragarse el 90% de la producción de ficción real que sale de los grandes estudios de Hollywood. Cuando uno ve la vida de este entrañable robot, su rutina cotidiana, su amor por el musical Hello Dolly, nadie puede sospechar la capacidad de la trama para girar cada diez minutos de forma sorprendente y llevarnos a unos clímax que no se intuyen nada al principio. WALL-E es una mordaz crítica a una sociedad hipertecnificada, que excluye en su estudiada perfección los sentimientos y nos degenera hasta físicamente por confiarlo todo a las máquinas. En un excelente detalle de un film lleno de ellos, se ve la foto de los comandantes en la historia de la nave donde transcurre la segunda parte de la película, y vemos la regresión física de los mismos. Claro que tanto poder es peligroso. Igual como en 2001 las computadoras nos vigilan y controlan demasiado, como una guardia pretoriana que no nos deja salir al patio. Y es muy malévolo que el futuro según parece esta organizado no por países, sino por una gran empresa cuyo jefe se porta como el presidente de los Estados Unidos. No cabe duda que los cerebros del film no tienen muy claro el futuro que nos espera en manos de los neocons.

 

            Además, WALL-E es un nuevo reto técnico, no por la calidad de la animación, que es mucha, sino por darle el protagonismo a dos robots que cuentan con muy pocos recursos expresivos a priori. Y es aquí donde la Pixar se sale, consiguiendo que estas dos maquinas tengan más corazón que los sosos humanos que aparecen. Un tout de force magistral en una película sorprendente, aunque la fusión con la Disney se note en algún momento demasiado sensiblero. Pero es una simple tuerca algo suelta en un mecanismo que funciona a la perfección. Ahora, que aprendan de una vez los de las películas de ficción. Cuando un film de animación desprende más vida que muchos de los actores del Hollywood actual es para preocuparse.


El peligro amarillo

agosto 5, 2008

Debe ser casualidad, esperemos, que esta tercera parte de La momia se estrene en vísperas de los juegos de Bejing, née Pekín, porque a los chinos no debe hacerles mucha gracia esta secuela. No deja de ser una reducción del conocido aforismo napoleónico «el día que China despierte el mundo temblará», cambiando a todo un pueblo por un emperador encantado. Un sujeto de gran crueldad maldecido por una bruja despechada de amor y reducido a terracota con todo su ejército, hasta que un incauto lo despierta. Claro que esto ocurre en la China de 1946, con lo que la brillante tropa de barro no debe ser muy eficaz frente a las modernas armas, pero eso no parece frenar a los responsables de la película, que como se ve no deja de mostrar sus resquemores ante el peligro amarillo aunque de forma aventurera.

 

            La momia surgió en 1999 como una tardía réplica de las aventuras de Indiana Jones. Era casi el colofón a la larga lista de films, alguno de ellos olvidables antes de terminar de verlos, que pusieron a un aventurero gallardo y calavera en escenarios exóticos enfrentándose a peripecias con un punto esotérico. Era un film divertido, pero la serie fue apagándose poco a poco en su artificio. La segunda parte ya sufría del elefantismo de los modernos títulos de acción, sobrecargando demasiado la trama con efectos especiales y lances excesivos. Uno de los dos villanos de esta función, El Rey Escorpión, tuvo derecho a un triste film en solitario posterior que echó más tierra sobre la serie, que sin embargo, en este 2008 resucita sin necesidad de sortilegios.

 

            Y es curioso que lo haya hecho el mismo año que el Doctor Jones y sus canas han decidido volver a la carretera. Esta similitud es más que casual pues hay algunos puntos de concomitancia más que sospechosos. Tanto el matrimonio O’Connell, protagonista de la saga de la momia e Indy estén ahora en la segunda postguerra mundial, y que todos han participado en operaciones encubiertas en el conflicto. Aunque se le augura una vejez tranquila, las circunstancias les obligan a sacudirse las canas para volver a ser aventureros. Pero donde se alejan es en la cuestión política. El Doctor Jones se enfrenta sin ambages al peligro rojo y los O’Connell se hallan en una situación más difusa por mor de los responsables de la película. China en 1946 se hallaba desgarrada por la guerra civil entre nacionalistas y comunistas que llevaría al poder a estos últimos. Pero no hay referencias a esto, a pesar del tufillo del general que quiere resucitar al malvado emperador para “hacer grande a China”. Breves alusiones al caos que vive el país y poco más. Se ve que nadie quería meter sesudos debates ideológicos en un producto veraniego. Con lo que los malvados amarillos parecen villanos de los cómics de Flash Gordon. Eso sí, esta tercera momia no hace nada para ocultar su deuda con su mentora. Hay una bajada a una tumba directamente pirateada de la fantástica secuencia inicial de En busca del Arca perdida.

 

            Y menos prudencia política y más meterse a fondo con la historia. La momia 3: el regreso del Emperador Dragón medio se mantiene como un producto entretenido. Lo mejor, los aires de comedia en el retrato de la familia protagonista, que pretende llevar una vida normal aunque no puede ocultar sus ganas de marcha. Y eso que Rachel Weisz, con esa falta de escrúpulos de Hollywood para explotar éxitos, ha sido sustituida por María Bello, lo que lleva a un chiste alusivo al principio del film. Pero a partir de la llegada a la puerta de Shangai-La la película deriva hacía el caos, con una embarullada historia sin nada de cohesión y donde prima la acumulación de efectos y secuencias de acción sin ninguna verosimilitud, con la banda de sonido aumentada por encima del nivel de contaminación acústica. Lo que da más grima es ver a la maravillosa pareja de Hero, Jet Li y Michelle Yeoh, haciendo una especie de parodia involuntaria de la gran película de Zhang Yimou. En fin, esperemos que al menos les hayan pagado bien.

 

(Para los amantes de las estadísticas, este es el post 100 de este alcancero. Gracias a todos los que han ayudado a llevarlo hasta aquí).