Debe ser casualidad, esperemos, que esta tercera parte de La momia se estrene en vísperas de los juegos de Bejing, née Pekín, porque a los chinos no debe hacerles mucha gracia esta secuela. No deja de ser una reducción del conocido aforismo napoleónico «el día que China despierte el mundo temblará», cambiando a todo un pueblo por un emperador encantado. Un sujeto de gran crueldad maldecido por una bruja despechada de amor y reducido a terracota con todo su ejército, hasta que un incauto lo despierta. Claro que esto ocurre en la China de 1946, con lo que la brillante tropa de barro no debe ser muy eficaz frente a las modernas armas, pero eso no parece frenar a los responsables de la película, que como se ve no deja de mostrar sus resquemores ante el peligro amarillo aunque de forma aventurera.
La momia surgió en 1999 como una tardía réplica de las aventuras de Indiana Jones. Era casi el colofón a la larga lista de films, alguno de ellos olvidables antes de terminar de verlos, que pusieron a un aventurero gallardo y calavera en escenarios exóticos enfrentándose a peripecias con un punto esotérico. Era un film divertido, pero la serie fue apagándose poco a poco en su artificio. La segunda parte ya sufría del elefantismo de los modernos títulos de acción, sobrecargando demasiado la trama con efectos especiales y lances excesivos. Uno de los dos villanos de esta función, El Rey Escorpión, tuvo derecho a un triste film en solitario posterior que echó más tierra sobre la serie, que sin embargo, en este 2008 resucita sin necesidad de sortilegios.
Y es curioso que lo haya hecho el mismo año que el Doctor Jones y sus canas han decidido volver a la carretera. Esta similitud es más que casual pues hay algunos puntos de concomitancia más que sospechosos. Tanto el matrimonio O’Connell, protagonista de la saga de la momia e Indy estén ahora en la segunda postguerra mundial, y que todos han participado en operaciones encubiertas en el conflicto. Aunque se le augura una vejez tranquila, las circunstancias les obligan a sacudirse las canas para volver a ser aventureros. Pero donde se alejan es en la cuestión política. El Doctor Jones se enfrenta sin ambages al peligro rojo y los O’Connell se hallan en una situación más difusa por mor de los responsables de la película. China en 1946 se hallaba desgarrada por la guerra civil entre nacionalistas y comunistas que llevaría al poder a estos últimos. Pero no hay referencias a esto, a pesar del tufillo del general que quiere resucitar al malvado emperador para “hacer grande a China”. Breves alusiones al caos que vive el país y poco más. Se ve que nadie quería meter sesudos debates ideológicos en un producto veraniego. Con lo que los malvados amarillos parecen villanos de los cómics de Flash Gordon. Eso sí, esta tercera momia no hace nada para ocultar su deuda con su mentora. Hay una bajada a una tumba directamente pirateada de la fantástica secuencia inicial de En busca del Arca perdida.
Y menos prudencia política y más meterse a fondo con la historia. La momia 3: el regreso del Emperador Dragón medio se mantiene como un producto entretenido. Lo mejor, los aires de comedia en el retrato de la familia protagonista, que pretende llevar una vida normal aunque no puede ocultar sus ganas de marcha. Y eso que Rachel Weisz, con esa falta de escrúpulos de Hollywood para explotar éxitos, ha sido sustituida por María Bello, lo que lleva a un chiste alusivo al principio del film. Pero a partir de la llegada a la puerta de Shangai-La la película deriva hacía el caos, con una embarullada historia sin nada de cohesión y donde prima la acumulación de efectos y secuencias de acción sin ninguna verosimilitud, con la banda de sonido aumentada por encima del nivel de contaminación acústica. Lo que da más grima es ver a la maravillosa pareja de Hero, Jet Li y Michelle Yeoh, haciendo una especie de parodia involuntaria de la gran película de Zhang Yimou. En fin, esperemos que al menos les hayan pagado bien.
(Para los amantes de las estadísticas, este es el post 100 de este alcancero. Gracias a todos los que han ayudado a llevarlo hasta aquí).
No soy un amante de la estadística, soy su marido.
Happy birthday to you.
Felicidades tambi’en desde el otro lado del mundo (mis antipodas quedan aqui al ladito).
Aunque echamos de menos al ciudadano de la cuchilla ajusticiante, nos resarce Usted con este otro sitio. Un abrazo muy fuerte y cuideseme.
IMPRESIONANTE WALL-E… una obra maestra. he dicho!