Uno cree que el gran problema de un film tan fallido como Una palabra tuya es que Elvira Lindo se ha limitado a ceder su novela homónima para que Ángeles González-Sinde la pase a guión y la dirija. La actual presidenta de la Academia no es Miguel Albaladejo, que ha contado en varias ocasiones con la madre de Manolito Gafotas para sus filmes, y no se ha enterado del peculiar mundo de la escritora gaditana. Los que vieran en su momento Ataque verbal recordarán la sal que tenía el sketch de las barrenderas protagonizado por la propia Lindo, y que antecede en muchas cosas al film que nos ocupa. Allí estaba la combinación de comedia costumbrista, drama y detalles surrealistas cotidianos que han caracterizado los trabajos del dúo. Pero la directora de Una palabra tuya no sabe mezclar estos elementos y la película se le va de las manos. Si Elvira Lindo hubiese controlado al menos el guión, el film hubiese tenido opciones de mejorar.
Era un buen material a priori. Una historia de soledad, con personajes cálidos y realistas, y que enseña que los obreros también existen en nuestro país. Pero no se encuentra el tono. González-Sinde demuestra de nuevo, como hizo en su ópera prima tras las cámaras, La suerte dormida, que le pierde el melodrama más heavy y decimonónico, con estallidos de los personajes muy retóricos. Y se nota que el mundo de los proletarios le coge muy de lejos con sus problemáticas. Personajes como el de la madre de la protagonista están muy mal metidos en la trama. Las carencias de la película quedan claras en lo pobre que resulta en pantalla la prometedoramente absurda conversación entre esta señora, su hija y su amiga.
Pero lo peor es el giro de guión que presenta el filme, que más que un giro es un doble salto mortal con red, y que lleva la película hacía otro sitio más peliagudo. Haría falta otro tipo de director para hacer que nos compadezcamos de una persona que resulta ser una psicópata de manual –hasta se cuenta su nacimiento en una escena que recuerda mucho al Tideland de Terry Gilliam- y que nos obliga a replantearnos todo lo visto. Igual es que este Alcancero ya se halla mayor, pero le cansa tanto intento de hacer seudopoesía con personajes que deberían estar en un psiquiátrico desde el principio de la trama. A lo mejor visionarios como Von Trier lo consiguen, pero a Ángeles González-Sinde le queda muy lejos. Una malévola pregunta final. ¿Por qué Esperanza Pedreño se parece tanto a Manuela Velasco? ¿Es ese el look oficial de chica joven que va a imponer el cine español a partir de ahora? Bueno, tampoco sería justo despedirse por ahora sin subrayar el gran trabajo que hacen Malena Alterio y Antonio de la Torre con sus personajes. Y el curioso look setentero, empezando por la ocre fotografía, que tiene un film ambientado en nuestros días.
No sé si a usted le pasa, señor Alcancero, pero a mí el word, que tiene vida propia, me cambia «Manuela» por «Manuel» como quien no quiere la cosa.
Le aconsejo que revise su malévola pregunta final porque queda un poquito rara…
Huy. Sí.
Por cierto, Alcancero: suerte con la edición de este año (la Muestra y yo tenemos la misma edad, cumplimos número redondo).
Ya le pegaremos un toque.
Abrazotes!!
Estoy muy de acuerdo contigo. Me alegra que alguien más haya encontrado los defectos que comenté yo en mi crítica porque, por lo que había oído por ahí, todo el mundo se quedaba en prejuicios, tópicos y superficialidades, como decir que el problema es que las actrices son de series. Lo del tono es lo que yo percibí: no lo encuentra, no lo unifica. Y lo de que González Sinde no termina de ser todo lo buena que haría falta para que quedase del todo bien. Gran crítica.
Señor Soria, fiel a su defensa de la recietud hispana, saca un pertinente fallo que corrijo. Y sí, traicioneros correctores de word.
Gracias, Navaja, por su apoyo. Creo que la crítica cultural, o de espectáculos, cada vez lo va a tener más difícil. Los medios caca vez están más interesados en la publicidad y en el chismorreo y menos en que haya serias reflexiones sobre las diversas obras. Eso lleva a que haya críticos o presuntos críticos que se fijen más en que las actrices son de la tele (aunque no entiendo que Esperanza Pedreño hable como su personaje de «Camera café» cuando no era nada necesario) en vez de fijarse en las debilidades del film. Un abrazo.