Viejo nuevo Bond

noviembre 24, 2008

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Tras la sorpresa de Casino Royale James Bond sigue reciclándose en su nueva aventura, demostrando que lo ocurrido en el film anterior no fue flor de un día. Son curiosas estas reinvenciones que están teniendo tantos héroes de la pantalla, desde Batman al propio 007, pasando por Superman, aunque éste último no salió bien parado en las manos de Bryan Singer. Quantum of Solace demuestra que hay un proyecto sólido sobre el viejo-nuevo agente con licencia para matar. Y no sólo porqué la película sea una secuela temática de Casino Royale, empezando poco después de que Bond pierda a su chica en los canales de Venecia y la venganza guíe sus pasos, sino porque el personaje va evolucionando.

 

            Mejor sería decir “refinándose”, pero no en un sentido social, aunque Daniel Craig lleve mejor aquí el smoking que en su percutante debut. Bond, tosco en Casino Royale, aprende aquí a ser malévolo. Es tan violento y primario como en su primera –aunque oficialmente era la vigésimo primera- aventura, pero usando la neolingua neocon, ha aprendido a gestionar sus crueles recursos. Sabe dominarlos pero no porque la civilización entre en sus músculos, sino porque los guarda para su gran momento, cuando se enfrente a los responsables de la muerte de Vesper Lynd. Además, aprende a engañar a M y darle coba, pues capta la relación casi maternal que tiene con él y la manipula. Es aquí donde un excelente Craig se une al 007 por antonomasia, Sean Connery, en vestir de Armani a un auténtico depredador.

 

            Esto lleva a Bond a ser más agresivo que en ocasiones interiores. Implacable en su venganza como el Lee Marvin de A quemarropa nada le detiene. La acción se dispara en esta segunda película Craig, y es curioso ver como sigue los nuevos parámetros de la serie: ofrecer más de lo mismo pero de manera distinta. Hay persecuciones por carretera, entre lanchas y tiroteos, pero con soluciones espectaculares y novedosas que hace que a nuestros cansados ojos parezcan nuevas. Pero sigue primando la psicología y la complejidad de unos personajes donde lo positivo parece que no tiene opciones. Y hay momentos de gran brillantez, como la forma que tienen de reunirse en público pero en privado usando una representación de Tosca.

 

            También se han reciclado los villanos, de una forma muy estimulante. Cuando todo Hollywood anda pendiente de los terroristas árabes como la megaamenaza del tercer milenio, aquí se nos presenta a Quantum, una extraña organización supranacional. Se vende al mejor postor para todo tipo de “trabajos” y usa como pantalla una ONG que en realidad trafica con aquello que defiende, como el agua. El ascendente actor francés Mathieu Almaric pone la cara a este grupo con su solvencia habitual. En suma, que parece que James Bond, tras acabar siendo durante muchos años un espectáculo familiar de domingo tarde bajo los rasgos de Pierce Brosnan, ha encontrado una nueva y adulta voz. Que sea por muchos años.


Pandilla nada salvaje

noviembre 8, 2008

soloquierocaminar

 

     Hay un serio error táctico en el desarrollo de Sólo quiero caminar. Es cuando aparece en la trama un DVD de Grupo salvaje (Pandilla salvaje en el México donde transcurre gran parte de la acción), el inmarchitable clásico de Sam Peckinpah del cual se nos ofrecen algunas de sus imágenes. Uno se da cuenta entonces de lo que ha intentado hacer Díaz Yanes en su nuevo thriller y no consigue en absoluto: que su panda de atracadoras sean herederas de aquellos “desperados” que sólo tenían como horizonte vital la violencia pero con una ética que les llevaba a sacrificarse por un amigo. Como William Holden y compañía, las protagonistas se van a “luchar” a México contra un mafioso sin escrúpulos en vez de con un general sangriento. Pero no es lo mismo.

 

            Tal vez parte del problema sea el reparto femenino. Uno no acaba de creerse a Elena Anaya, Ariadna Gil y Pilar López de Ayala como mujeres al límite. Sí a Victoria Abril, que a pesar de la antipatía que despierta su persona sabe dotar de realidad a sus personajes como ella sola. Sólo quiero caminar se une así a otras películas españolas que fallan en convertir el glamour en proletariado. Recordamos Libertarias, con esa Ana Belén embutida en el mono azul de miliciana de la Guerra Civil diciendo “pobre como una rata” con el Max Factor cantando ópera. Pero no todo en el film es un problema de credibilidad, sino de diseño de personajes. Ariadna Gil (que curiosamente salía junto con Victoria Abril en Libertarias) se pasa la película con cara de “estoy torturada” como único recurso. López de Ayala aparece y desaparece a voluntad de Díaz Yanes, que parece que no sabe muy bien como encajarla en la trama una vez cumplida su misión inicial en la película. Y, sobre todo, el film está muy mal contado, hecho como a brochazos, perdiendo mucho tiempo en mostrar nimiedades y pasando por encima en cosas más fundamentales. También se hace un lío en el enfoque. Se supone es un film de atracos con carácter social que de repente pasa a ser uno de golpes perfectos a lo Ocean’s Eleven. Demasiada ambición y demasiados huecos en la narración. Añado: ¿Por qué tiene Díaz Yanes que recuperar de forma tan gratuita al personaje de su excelente ópera prima Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto Gloria Duque si no explota tal circunstancia? Encima no cojea, sin que se explique donde ha sido la operación milagrosa.

 

            Y es paradójico que en este film fundamentalmente femenino, que no deja de seguir la estela de Los años desnudos en denunciar la eterna explotación sexual de la mujer, sea un hombre el que se lleva la palma. El mexicano Diego Luna, frío y sentimental asesino embutido en un tarantiniano traje negro, que a lo mejor se beneficia de que el sector femenino del film se halla demasiado disperso. Él es quien con su interpretación salva el visionado.

 

            Aunque me gustaría acabar usando mis privilegios de amo del blog y hacer un llamamiento al ilustre Paco Fox si se pasa por aquí (o tal vez alguno de sus allegados le pueda dar el aviso). Como algecireño de pro que es ¿Cómo valora que la película arranque con un megaatraco en su localidad natal lleno de mafiosos rusos de poca monta?


El asesino aburrido

agosto 23, 2008

Bangkok Dangerous es una buena prueba de la voracidad de la industria del cine americano actual explotando filones que como buenos neocapitalistas agotan pronto. No contentos con saquear como si fuesen los árboles del Amazonas los filmes de terror orientales en todas sus variantes –remake americano, remake americano por el director original, remake por director americano y secuela del remake por el director original, etc-, ahora buscan en la obra de estos nuevos talentos importados de Asia fuentes de inspiración. Así ha ocurrido con el film que nos ocupa. En 1999 fue la ópera prima de los hermanos hongkoneses Danny y Oxide Pang, que se dieron posteriormente a conocer en Occidente con su película de terror The Eye. Consecuentemente fueron absorbidos por Hollywood –variante secuelas del remake por directores originales- y tuvieron la oportunidad de volar sin lastres del pasado con The Messengers, pasada no hace mucho por nuestras pantallas. Algún ejecutivo vio en este tiempo Bangkok Dangerous y le pareció una buena idea hacer una versión americana (remake por los directores originales), que es la que se acaba de estrenar en España.

 

            Y visto el resultado, se podían haber ahorrado el esfuerzo. El nuevo Bangkok Dangerous (debo confesar que desconozco el primero) es un átono y aburrido film de acción que bebe de muchas fuentes y no aporta nada nuevo. Habla de un asesino a sueldo que ha hecho de su profesión una ética personal, si es que tal término puede ir unido a un criminal. Es solitario, no confía en nadie y vive para sus macabros encargos. Pero sorprendentemente cuando llega a la capital de Tailandia para un “trabajito” múltiple todo cambia, merced a un guión bastante inverosímil. Suele fichar a algún marginal del lugar donde se desplaza para que le haga de recadero al que luego elimina. De forma incomprensible el que escoge en Bangkok, un ladronzuelo callejero, le llega al alma y se apiada de él, a la vez que se enamora de una auxiliar de farmacia sordomuda. El problema es que la historia carece de toda densidad dramática. El asesino no nos conmueve en su asumida soledad inicial y estos giros de guión están pésimamente explicados. Un pasotismo emocional se apodera de esta floja historia, que nos impide identificarnos con nadie –es incomprensible que el criminal le caiga bien el insoportable personaje del ladronzuelo, encarnado por un desesperante Shahkrit Yamnarm- y que tampoco funciona como película de acción. Piratea demasiado de los clásicos del géneo orientales, John Woo a la cabeza, con un emblemático tiroteo con una estantería por medio incluido, pero sin su garra y con mucho mediocre oficio rutinario. En fin, una nueva guiñada de este extraño actor llamado Nicolas Cage, capaz de lo peor (El motorista fantasma) y de lo mejor (El señor de la guerra) sin mucho punto medio. En este caso, la moneda cayó del lado de lo peor.


La noche cae sobre Gotham

agosto 19, 2008

La definición que mejor cuadra a El caballero oscuro es neurótica. No por su compulsiva dirección o por un abigarrado guión que acumula peripecias en dos horas y media que parecen mucho mas dada la cantidad de cosas que ocurren, sino por la tensión que la recorre desde que empieza hasta que acaba, que llega a ser agotadora. También es neurótica por que capta el espíritu de una época asustada y confusa. Y es que la nueva entrega del renovado Batman de Christopher Nolan y Christian Bale es una de las mejores películas post 11-S junto con la gran Zodiac.

 

            Y es que El caballero oscuro es una tensa reflexión sobre el concepto de legalidad e ilegalidad en nuestro mundo contemporáneo. Batman tiene una profunda crisis porque sabe que él no es la solución al crimen que azota a Gotham City. No deja de ser un justiciero al margen de la legalidad, y así lo creen muchos. Lo polémico que puede ser un personaje así es mejor tratado que en la reciente Hancock, que hacía de esto su trama principal. La esperanza parece ser Harvey Dent, un fiscal dispuesto a luchar con el código penal en la mano contra el cáncer mafioso que corroe Gotham. Se forma una enextraña alianza entre el hombre murciélago, Dent y el honesto policía James Gordon. Pero aparece un nuevo criminal en la ciudad, el Joker, un nihilista que más que un mafioso es un auténtico terrorista. No parece actuar por interés material, sino para demostrar su huraña filosofía de que el mundo es un caos y de que la maldad siempre triunfa. Su campaña violenta en Gotham invoca los miedos que el americano medio siente ante Al-Quaeda, al poder estallar la violencia en cualquier lugar y en cualquier circunstancia.

 

            Pero estas distinciones no están claras. Como en el Batman de Tim Burton, que se ve superado por la nueva versión, Joker y el justiciero pueden ser las dos caras de la misma moneda, como el dólar al que tanto gusta usar a Dent, pero aquí Nolan lo lleva más lejos. Puede que Batman sea repudiado, pero como los departamentos de operaciones encubiertas de los gobiernos es útil para hacer el trabajo sucio, como bien saben los responsables de Gotham cuando lo usan para llegar donde ellos no pueden legalmente. El mismo incorruptible Dent tiene su truco en su aparente uso del azar. El Joker enfrentará diabólicamente estas contradicciones para sus intereses. Como dice en un momento del film, lo único verdaderamente justo que hay en este mundo es el caos.

 

            Lo sorprendente del film es su brutal negrura. En el fondo, nadie es positivo en El caballero oscuro. Hasta el buen Alfred que encarna el gran Michael Caine demuestra tener su cadáver en el armario. Hay un giro de la trama que sorprenderá a muchos por su crueldad. Y uno cree que uno de los errores del film es la subtrama de los ferrys, que parece metido por alguien que se asustó de tanta desesperanza y quiso meter algo positivo. Cómo también el frenético ritmo de la cinta perjudica a veces su claro desarrollo y un exceso de ambición la lastra. Pero no deja de ser una película importante, que saca fuerzas de su propia neurosis para hablar de un momento desolado de la historia americana y mundial actual, con el desgarro entre conspiraciones criminales, una ley impotente y un justiciero tétrico, que actúa como esos atajos que han descubierto los gobiernos para luchar contra el terrorismo. Que una película tan incomoda esté siendo un éxito de taquilla, más allá del morbo de ver al difunto Ledger, que está soberbio en su amenazador y psicótico Joker –derrotando al propio Jack Nicholson en su terreno- , que brilla en un reparto de gran altura, es un misterio.


El peligro amarillo

agosto 5, 2008

Debe ser casualidad, esperemos, que esta tercera parte de La momia se estrene en vísperas de los juegos de Bejing, née Pekín, porque a los chinos no debe hacerles mucha gracia esta secuela. No deja de ser una reducción del conocido aforismo napoleónico «el día que China despierte el mundo temblará», cambiando a todo un pueblo por un emperador encantado. Un sujeto de gran crueldad maldecido por una bruja despechada de amor y reducido a terracota con todo su ejército, hasta que un incauto lo despierta. Claro que esto ocurre en la China de 1946, con lo que la brillante tropa de barro no debe ser muy eficaz frente a las modernas armas, pero eso no parece frenar a los responsables de la película, que como se ve no deja de mostrar sus resquemores ante el peligro amarillo aunque de forma aventurera.

 

            La momia surgió en 1999 como una tardía réplica de las aventuras de Indiana Jones. Era casi el colofón a la larga lista de films, alguno de ellos olvidables antes de terminar de verlos, que pusieron a un aventurero gallardo y calavera en escenarios exóticos enfrentándose a peripecias con un punto esotérico. Era un film divertido, pero la serie fue apagándose poco a poco en su artificio. La segunda parte ya sufría del elefantismo de los modernos títulos de acción, sobrecargando demasiado la trama con efectos especiales y lances excesivos. Uno de los dos villanos de esta función, El Rey Escorpión, tuvo derecho a un triste film en solitario posterior que echó más tierra sobre la serie, que sin embargo, en este 2008 resucita sin necesidad de sortilegios.

 

            Y es curioso que lo haya hecho el mismo año que el Doctor Jones y sus canas han decidido volver a la carretera. Esta similitud es más que casual pues hay algunos puntos de concomitancia más que sospechosos. Tanto el matrimonio O’Connell, protagonista de la saga de la momia e Indy estén ahora en la segunda postguerra mundial, y que todos han participado en operaciones encubiertas en el conflicto. Aunque se le augura una vejez tranquila, las circunstancias les obligan a sacudirse las canas para volver a ser aventureros. Pero donde se alejan es en la cuestión política. El Doctor Jones se enfrenta sin ambages al peligro rojo y los O’Connell se hallan en una situación más difusa por mor de los responsables de la película. China en 1946 se hallaba desgarrada por la guerra civil entre nacionalistas y comunistas que llevaría al poder a estos últimos. Pero no hay referencias a esto, a pesar del tufillo del general que quiere resucitar al malvado emperador para “hacer grande a China”. Breves alusiones al caos que vive el país y poco más. Se ve que nadie quería meter sesudos debates ideológicos en un producto veraniego. Con lo que los malvados amarillos parecen villanos de los cómics de Flash Gordon. Eso sí, esta tercera momia no hace nada para ocultar su deuda con su mentora. Hay una bajada a una tumba directamente pirateada de la fantástica secuencia inicial de En busca del Arca perdida.

 

            Y menos prudencia política y más meterse a fondo con la historia. La momia 3: el regreso del Emperador Dragón medio se mantiene como un producto entretenido. Lo mejor, los aires de comedia en el retrato de la familia protagonista, que pretende llevar una vida normal aunque no puede ocultar sus ganas de marcha. Y eso que Rachel Weisz, con esa falta de escrúpulos de Hollywood para explotar éxitos, ha sido sustituida por María Bello, lo que lleva a un chiste alusivo al principio del film. Pero a partir de la llegada a la puerta de Shangai-La la película deriva hacía el caos, con una embarullada historia sin nada de cohesión y donde prima la acumulación de efectos y secuencias de acción sin ninguna verosimilitud, con la banda de sonido aumentada por encima del nivel de contaminación acústica. Lo que da más grima es ver a la maravillosa pareja de Hero, Jet Li y Michelle Yeoh, haciendo una especie de parodia involuntaria de la gran película de Zhang Yimou. En fin, esperemos que al menos les hayan pagado bien.

 

(Para los amantes de las estadísticas, este es el post 100 de este alcancero. Gracias a todos los que han ayudado a llevarlo hasta aquí).


Neurastenia de guerra

julio 22, 2008

Dicen que Harvey Weinstein, el antiguo capo de la Miramax, a la que regía junto con su hermanito Bob, usó su legendaria capacidad de chantajear y presionar para que Tropa de élite, film en el que tiene metidas sus manazas a pesar de su nacionalidad brasileña, ganase el último Festival de Berlín. Weinstein fue el cerebro de la eclosión del cine independiente americano en la década de los 90, al que ayudó tanto a impulsar como a pervertir. Los interesados en su carrera que deja en pañales a Vito Corleone pueden leer el imprescindible libro de Peter Biskind Sexo, mentiras y Hollywood. Los que no, pueden leer este link de la wikipedia.

 

            Tras ver la película en cuestión, uno no duda que la furia weinsteniana tuvo que caer sobre el desprevenido jurado del certamen, si no, no se explica esta victoria. Pero los grandes festivales últimamente están un poco desquiciados. Salvo Cannes, donde siguen ganando joyas como 4 meses, 3 semanas, 2 días, los premios que se dan son bastante inverosímiles. El premio al mejor actor a Brad Pitt y a Ben Affleck en los últimos Venecia indican que el peso de la industria de Hollywood cada vez es más acusado en los grandes festivales. No sólo llenan sus programaciones con estrellas, sino que les dan los galardones. En cualquier caso, la victoria de Tropa de élite no da mucha gloria a Berlín.

 

Es un film ya visto muchas veces. Habla de una unidad de la policía brasileña que es un auténtico ejército, ya que se encarga de entrar en la zona de guerra de las favelas de Rio de Janeiro, dominadas por las bandas que usan armamento militar. Estos agentes presumen de que su entrenamiento es más duro que el del ejército israelí (o al menos esos dicen en la peli). El film nos entromete en las vivencias de estos superpolicías, que ciertamente dejan en mantillas a los marines y sus sargentos. Puede que alguien recuerde la excelente Ciudad de Dios, y tendrá razón. Porqué el film de José Padilha no oculta su deuda con el de Fernando Meirelles aunque con menos intensidad en sus saltos temporales y su narrador omnisciente que a pesar de ser uno de los protagonistas parece siempre estar en todo, incluso en las partes de la historia donde no se halla físicamente. Pero peor es la extraña deriva que toma la narración. Al principio parece que critica la corrupción policial, pero acaba siendo una película fascistoide donde se olvidan todos los pecadillos y es fantástico que la tropa de élite masacre delincuentes a sangre fría. El pivote de este giro es el discutible personaje (por mal dibujado) del policía que compagina su deseo de entrar en el cuerpo de choque con la universidad. Allí se hace el  comprensivo con un grupo de progres que coquetean con las favelas en forma de ONG pero que no saben donde esta el límite entre la solidaridad y la fascinación por el delito. Al final el intelectual agente se endurece y asume que es un uniformado, y que todo lo que salga de eso es un desastre. Un discurso militarista que al principio se intenta diluir con la neurastenia del jefe de la unidad de choque pero que luego surge con toda su fuerza y sin ningún recato.

 

Además de su resbalosidad idelológica, Tropa de elite presenta problemas más cinematográficos. A su asumida copia del estilo de Meirelles, es débil y tópica en sus personajes y situaciones. Sólo en la crónica de las corruptelas policiales, algunas dignas de la comedia clásica italiana, se eleva un poco. Pero no sigue ese camino. Por cierto, el final no deja de versionar el de La chaqueta metálica pero con otro sentido menos caústico. A ver si Berlín se entona más el año que viene.


Secuela contestataria

julio 4, 2008

Como decía Jordi Costa en su crítica de El increíble Hulk de hace unas semanas en El País, debe ser el primer caso en que una segunda parte de un film se hace en contra de la película original. Es sabido que a Stan Lee y sus cuates, cada vez más volcados en el negocio cinematográfico y menos en el de los cómics, no les gusto nada la versión que de La Masa hizo Ang Lee hace unos años, y su respuesta ha sido fulminante. Destituciones masivas y cambio de tendencia. El taiwanés hizo una rara película de superhéroes donde llevaba la trama a su terreno, el de las relaciones familiares y el lirismo de los amores bizarros. Había veces en que parecía una nueva versión de La bella y la bestia. Lo peor es que la taquilla no respondió y Lee (Stan)  ha demostrado ser un duro productor.

 

            Quería más acción y menos lirismo. Para ello ficho como nuevo director a Louis Leterrier, uno de estos jóvenes cineastas galos obsesionados con imitar a los modelos americanos, como demostró en Danny the Dog y Transporter 2. El resultado es menos poesía y más acción. Pero lo curioso es que el modelo Lee (Ang) ha sobrevivido a tanto cambio y se trasluce en la relación entre Banner-Hulk con su amada Betty Ross, que ahora se parece a King Kong tomando a su chica y llevándola a una gruta –en pleno Nueva York- bajo la lluvia. A pesar de todo la Marvel se ha dado cuenta que su personaje es más que una masa verde que da tortazos. Pero Leterrier no es el cineasta adecuado para reforzar estos puntos y va rápido para lo que le han contratado, la acción pura y dura. Y aquí la película cojea.

 

            Es curioso que el proyecto Hulk se esté cobrando víctimas a gran velocidad. A los depurados del primer film habrá que añadir al protagonista del segundo Edward Norton, que quería un film a lo Lee (Ang). Pero Lee (Stan) destrozó sus sugerencias y reforzó la parte de los puños, lo que ha llevado al actor a negarse a hacer promoción, con lo que probablemente si hay tercer Hulk tendrá otros rasgos. Aquí La Masa se enfrenta a La Abominación, un militar de fuerzas especiales (pero con el detalle de haber nacido ruso) que quiere probar el poder de ser un superhéroe transformado. Lo que no resulta creíble es que le de vida Tim Roth, actor estupendo para papeles inquietantes pero demasiado escuchimizado y mayor para ser creíble como un combatiente de elite. Hay una idea interesante que se pierde, como es que este militar quiere desdoblarse en alguien más poderoso precisamente porqué se siente viejo, pero no se explota. Y también hay algunas carajadas de estas que le gustan tanto a los guiones modernos de Hollywood y que dañan la credibilidad del conjunto. El increíble Hulk es una película entretenida a ratos pero que se deja llevar por demasiados estilemas del cine actual, como peleas alargadísimas y a veces confusas. Pero hay Marvel para rato, pues así como tras los créditos de Iron Man había una sorpresita en El increíble Hulk hay otra, aunque esta vez no hay que quedarse hasta el final del todo para verla. Algo que indica que tras los proyectados filmes sobre Thor y El Capitán América, el proyecto Vengador se acerca.


Violencia en la pista

mayo 16, 2008

Si algún día se hace una lista de las películas más chorras jamás filmadas, Speed Racer deberá figurar en ella con letras de oro. Fíjense, no digo mala, buena, ni regular, sino chorra. Pretender colocar como el summum de la modernidad esta absurda obra de animación encubierta es un disparate.

 

            Speed Racer parte de un cómic manga japonés que en los años 60 tuvo una serie de dibus conocidos en España como Meteoro. Se nos dice que este proyecto estuvo dando vueltas durante quince años por los estudios de Hollywood y que tela de gente, actores y directores, algunos de ellos inverosímiles, estuvieron detrás. Viendo el resultado, uno se pregunta que demonios les encandiló para interesarse tanto. El que hayan sido los hermanos Wachoswski, los antaño profetas del ciberpunk cinematográfico en la saga Matrix los que se hayan llevado el gato al agua, añade más desconcierto al asunto, junto con el enfoque que le han dado.

 

            Y es que tras escribir el magnético guión de V de Vendetta, los hermanos nos han colocado una comedieta familiar, con unos presupuestos dignos de la peor Disney y filmadas con un estilo que intenta ser naif y acaba siendo ridículo. Ni siquiera nos libramos por las escenas de carreras, pésimamente rodadas –o mejor dicho, recreadas en un ordenata- con una confusión que nos impide saber en cada momento que diablos está pasando. ¿Dónde esta la limpieza fílmica de los saltos y tiroteos de la trilogía de Neo?.

 

            Además, si algún responsable de la Dirección General de Tráfico ve Speed Racer y se le ponen los pelos como escarpias está en su derecho. Alcancero intenta no ser moralista en sus juicios cinematográficos, pero esta vez hará una excepción. Le parece escandaloso que este film haga apología de la violencia circulatoria. Que a todo el mundo le parezca tan guay en la película poner coches a 800 por hora (sic) y que sean legítimas todo tipo de artimañas para ganar, aún saltándose el código de circulación, es inmoral. Sobre todo cuando hay un repelente niño en la trama, cuyo nombre he olvidado, obnubilado con todo lo que ve, como se supone han de hacer los jóvenes espectadores de la película. Que le quiten los puntos pero ya a los Wachoswski.


El superhéroe de hierro

mayo 10, 2008

Iron Man es una curiosa película. Parte del superhéroe que tiene una vida menos heroica de todos. Tony Stark, niñato, multimillonario y genio de la industria armamentística. Stan Lee se inspiró para crearlo en el oscuro magnate Howard Hughes. La película malévolamente, representa al padre del protagonista que sale en fotos clavadito a Hughes. El Hombre de Hierro, por usar la terminología española que está siendo batida por los filmes sobre la Marvel, nació en plena eclosión de las protestas juveniles de los 60 y las desafiaba presentando a un personaje que era lo que ellos odiaban. La jugada salió bien, pues fue una de las criaturas surgidas de la calenturienta mente de Stan Lee que ha tenido más éxito.

 

            La película resultante, una de las dos del mundo Marvel que se estrenan este año –la otra es una nueva versión de Hulk después de que a los capitostes no les gustase nada la personalísima de Ang Lee-, presenta un curioso juego. El Tony Stark original caía en manos de comunistas vietnamitas, y el del film en manos de guerrilleros que luchan en Afganistán. En este mundo menos seguro que el de la guerra fría, donde al fin y al cabo había un villano claro, Stark llega a una serie de conclusiones y descubrimientos, que no dejan de ser un toque de atención a las grietas del nuevo orden mundial. La falta de escrúpulos de la industria armamentística queda patente así como su deseo de generar beneficios a costa de lo que sea. Increíble hallar un discurso progresistoide en una película de estas características. De hecho, parece defenderse que sólo el superhéroe individualista puede hacer algo positivo en un marco tan corrupto.

 

            Además de su mensaje, Iron Man guarda gratas bazas. Está muy bien interpretado, por Robert Downey Jr., Gwyneth Paltrow, Terrence Howard, y, sobre todo, Jeff Bridges. Puede que el conflictivo Downey, más conocido por sus escándalos que por su carrera, generé ciertas reservas, pero dado el tono del film es una elección muy apropiada. El guión se centra en el nacimiento del personaje, y eso hace que no haya muchas escenas de acción, aunque las que hay son muy contundentes. Priman las relaciones del golfo de Stark, con su caótica vida, su fiel secretaria Pepper, su amigo el coronel Rhodes y el cerebro de su empresa, el ejecutivo Stane. Además, surca la trama un divertido tono de comedia, que hace de Tony Stark el menos glamouroso de los superhéroes. En definitiva, Iron Man es un divertido espectáculo con cierta enjundia.

 

            Y un aviso a los que vayan a verla. Merece la pena tragarse los diez minutos finales de los títulos de crédito con su música matraca porque tras ellos hay una escena sorpresa que puede dar una pista de por donde van a ir las adaptaciones de la Marvel en el futuro.


Policías poco intensos

abril 27, 2008

Los que conozcan la percutante obra de James Ellroy, el novelista americano autor entre otras de L.A. Confidential y La dalia negra, reconocerán rasgos suyos en el guión de Dueños de la calle (traducción española del original Street Kings que parece el nombre de un grupo de rap). La trama de policías de Los Angeles entre policías de Los Angeles. La corrupción en el cuerpo, sin detalles moralizantes a lo Serpico: la podredumbre es más un estado social que una anomalía. Agentes de la ley tomando decisiones morales y torturados por su vida. Violencia contundente y emblemáticos cadáveres putrefactos enterrados, como el Lee Blanchard de La dalia negra.

 

            Pero también echarán de menos otras cosas, aunque no parece que haya que contabilizarlo en el debe de Ellroy, sino en el del apagado director del filme, David Ayer, guionista de esa trampa llamada Training Day. Dueños de la calle no llega hasta el final porqué no se explotan sus posibilidades dramáticas. Sabemos que el policía protagonista, al que le toca enfrentarse a una trama de corrupción entre sus compañeros con ecos del escándalo de la comisaría de Rampart, una de las mayores sacudidas en uno de los cuerpos más conflictivos del mundo –escándalo que también inspiró la magnífica serie The Shield-, está amargado por la muerte de su esposa y eso le lleva a actuar al límite, entrando solo a eliminar bandas de secuestradores como al principio del film, pero eso no se nos transmite. Parte de la culpa la tiene el confiar el protagonismo a un pasmao como Keanu Reeves, cuando haría falta un actor con más aristas. Pero es Ayer el que echa el freno con una dirección demasiado funcional centrándolo todo en la habilidad de la trama pero sin explotarla a fondo. La maestría narrativa de Ellroy se impone y queda un guión, el primero que ha escrito ex profeso para el cine, bastante interesante en el crescendo de su historia y en la desoladora sensación de mierda generalizada que deja. Como es habitual en el escritor, el ganar no te hace mejor persona y no deja de tener sus pérdidas en el camino. Pero uno se queda con ganas de ver mayor intensidad dramática y más atmósfera en una película que la reclamaba a gritos.

 

            Tal vez es que otras dos manos, Kurt Wimmer y Jaime Moss, han metido mano en el guión de Ellroy. Pero para los espectadores que no sean tan tiquismiquis como este Alcancero, o los que no conozcan la brutal intensidad que pueden alcanzar los escritos del novelista americano, les queda un apañado policial que sigue la estela de la magistral La noche es nuestra, con lo que esperemos estemos asistiendo a una cierta resurrección de uno de los géneros que más alegrías ha dado al cine americano.