La definición que mejor cuadra a El caballero oscuro es neurótica. No por su compulsiva dirección o por un abigarrado guión que acumula peripecias en dos horas y media que parecen mucho mas dada la cantidad de cosas que ocurren, sino por la tensión que la recorre desde que empieza hasta que acaba, que llega a ser agotadora. También es neurótica por que capta el espíritu de una época asustada y confusa. Y es que la nueva entrega del renovado Batman de Christopher Nolan y Christian Bale es una de las mejores películas post 11-S junto con la gran Zodiac.
Y es que El caballero oscuro es una tensa reflexión sobre el concepto de legalidad e ilegalidad en nuestro mundo contemporáneo. Batman tiene una profunda crisis porque sabe que él no es la solución al crimen que azota a Gotham City. No deja de ser un justiciero al margen de la legalidad, y así lo creen muchos. Lo polémico que puede ser un personaje así es mejor tratado que en la reciente Hancock, que hacía de esto su trama principal. La esperanza parece ser Harvey Dent, un fiscal dispuesto a luchar con el código penal en la mano contra el cáncer mafioso que corroe Gotham. Se forma una enextraña alianza entre el hombre murciélago, Dent y el honesto policía James Gordon. Pero aparece un nuevo criminal en la ciudad, el Joker, un nihilista que más que un mafioso es un auténtico terrorista. No parece actuar por interés material, sino para demostrar su huraña filosofía de que el mundo es un caos y de que la maldad siempre triunfa. Su campaña violenta en Gotham invoca los miedos que el americano medio siente ante Al-Quaeda, al poder estallar la violencia en cualquier lugar y en cualquier circunstancia.
Pero estas distinciones no están claras. Como en el Batman de Tim Burton, que se ve superado por la nueva versión, Joker y el justiciero pueden ser las dos caras de la misma moneda, como el dólar al que tanto gusta usar a Dent, pero aquí Nolan lo lleva más lejos. Puede que Batman sea repudiado, pero como los departamentos de operaciones encubiertas de los gobiernos es útil para hacer el trabajo sucio, como bien saben los responsables de Gotham cuando lo usan para llegar donde ellos no pueden legalmente. El mismo incorruptible Dent tiene su truco en su aparente uso del azar. El Joker enfrentará diabólicamente estas contradicciones para sus intereses. Como dice en un momento del film, lo único verdaderamente justo que hay en este mundo es el caos.
Lo sorprendente del film es su brutal negrura. En el fondo, nadie es positivo en El caballero oscuro. Hasta el buen Alfred que encarna el gran Michael Caine demuestra tener su cadáver en el armario. Hay un giro de la trama que sorprenderá a muchos por su crueldad. Y uno cree que uno de los errores del film es la subtrama de los ferrys, que parece metido por alguien que se asustó de tanta desesperanza y quiso meter algo positivo. Cómo también el frenético ritmo de la cinta perjudica a veces su claro desarrollo y un exceso de ambición la lastra. Pero no deja de ser una película importante, que saca fuerzas de su propia neurosis para hablar de un momento desolado de la historia americana y mundial actual, con el desgarro entre conspiraciones criminales, una ley impotente y un justiciero tétrico, que actúa como esos atajos que han descubierto los gobiernos para luchar contra el terrorismo. Que una película tan incomoda esté siendo un éxito de taquilla, más allá del morbo de ver al difunto Ledger, que está soberbio en su amenazador y psicótico Joker –derrotando al propio Jack Nicholson en su terreno- , que brilla en un reparto de gran altura, es un misterio.
No hay misterio. El público va por el espectáculo, no por lo que subyace. ¿Quién se compra un Play Boy para leer los artículos de fondo?
Pero habrá que verla.
Esto va a ser mi ruina, jefe. La de Hancock quería verla también…
Espero su crítica de «Mamma mía». Le va a tocar verla, me temo. Joróbese.
Lo de Ledger es una barbaridad, impresionante interpretación, y el tic constante de la lengua es tremendo, te deja hipnotizado. Merece la pena ir a ver la peli sólo por esta nueva «versión» del Jóker. un abrazo!
A mi la interpretación de Ledger me da miedo, y no por el personaje en si, sino porque se nota que la intensidad con lo encarna va mucho más allá de lo que debe dar un actor. No se si saben que cuando aceptó el papel Ledger llamó a Jack Nicholson y éste le aconsejó que tuviese cuidado. Cuando el australiano murió en enero, al gran Jack no se le ocurrió decir otra cosa que «se lo advertí».
¿Y Mamma mía? ¿Para cuándo esa crítica…?
(Jeee, je, jeee…)
(Algo má recuperado de la cúrdiga de vemout, thank you).
Cuando leí en su día lo que dijo Nicholson sentí un escalofrío. Y cuando leí cómo preparó Ledger el papel supe que su interpretación iba a ser impactante. Y es no sólo impactante, sino terrorífica, porque da esa impresión que comentas, que fue mucho más allá y se dejó absorber por el personaje. Con todo (sin obviar al Joker, claro), lo que más me conmovió de todo este carrusel (o montaña rusa) fue el relato de Harvey Dent, que es, en mi humilde opinión, el alma de la película.
Saludos.