Dos filmes españoles, dos

septiembre 29, 2008

 

Me duele decir eso, pero al final el cine español le va a dar la razón a las jaurías culturales peperas con que no levanta cabeza. Llevamos dos años nefastos en cuanto a calidad y taquillaje. El pasado 2007, en esta época otoñal, aparecieron al menos El orfanato y [REC] para salvar el partido en cuanto a cifras, pero este 2008 ni eso. La caña comercial estuvo en enero con Los crímenes de Oxford y la secuela de las aventuras de Mortadelo y Filemón, pero a partir de ahí silencio. Tampoco se vislumbran esas películas más marginales pero que resultan de calidad. Tal vez haya que esperar al inminente estreno de la nueva obra de Jaime Rosales, Tiro en la cabeza, para encontrar la película cultureta del año. Sin embargo, el panorama hasta la fecha es pobre en todos los sentidos. Claro que los peperos harían bien en callar visto lo hecho por su estandarte ultra, doña Espe, en Madrid, donde ha volcado todos los recursos públicos inimaginables de la comunidad y su tele privada –hasta el extremo de dejar sequerones a otros proyectos- para financiar la nueva cacicada fílmica de Garci, Sangre de mayo. Y es que parece que el problema no es subvencionar, sino hacerlo a los que no son de los suyos.

 

El caso es que para no perdernos le voy a hablar ahora de otros dos pinchazos del cine español, e insisto que me duele hablar así. Se trata de El patio de mi cárcel y El rey de la montaña. Dos filmes distintos en cuanto a objetivos y temáticas, pero unidos en lo fallido. El primero de ellos es el debut en el largometraje de la cortometrajista Belén Macías. Y parece que ha sufrido pasar a formato largo, pues se pierde en su ópera prima. El film recupera una historia ocurrida en las prisiones españolas de los años 80, cuando un grupo de reclusas de la cárcel de Yeserías montó un grupo de teatro. Macías usa esta anécdota para hacer un melodrama que no resulta creíble. Los personajes tienen grandes problemas de verosimilitud. Es intragable esa comprensiva funcionaria encarnada por Candela Peña o esa directora almodovariana a la que da vida Blanca Portillo. El que ambas intérpretes estén a su nivel habitual las salva algo, pero sus papeles están tan lastrados de base que no los remontan. Tampoco es creíble Verónica Echegui como una yonqui de buen corazón La mejor, empero, es Ana Wagener encarnando a una entrañable gitana, aunque su físico no acompañe a la etnia calé. Además de esto, el guión avanza a saltos, tomando y abandonando a los personajes a voluntad sin mucho orden ni concierto y buscando la lagrimita fácil. ¿Qué fue de la gigantona que golpea a una de las protagonistas al principio? ¿Y de la novia que desencadena un drama pasional? A todo ello se une una átona y funcional dirección que hunde al film en la mediocridad más ramplante.

 

El rey de la montaña es un thriller de Gonzalo López-Gallego. Un director que hace ocho años, con su debut Nómadas, pareció ser una voz que iba a dar un juego que hasta ahora no se ha manifestado. Su segundo film, Sobre el arco iris, fue una decepción absoluta, y ahora con la película que nos ocupa no sale del bache. Leonardo Sbaraglia y María Valverde son una pareja que se pierden en unas montañas y empiezan a ser implacablemente perseguidos por unos francotiradores. Al final la trama da un giro y descubrimos que estamos ante una crítica ante la sociedad de la violencia y como los videojuegos pueden deformar muchas mentes. Loable, pero el film no deja de ser un corto alargado que para media hora está bien, pero para 90 minutos no llega, con una situación única repetitiva que nadie sabe como explotar.

 

En fin, que dos nuevas decepciones dadas por nuestro cine. Que se pongan las pilas, que si no…


Adios, Blue Eyes

septiembre 28, 2008

Sé que al señor Microalgo le fastidian los obituarios, pero a veces no hay más remedio. Se han apagado los ojos azules más famosos del cine, con permiso de Frankie Sinatra. Pero la ventaja ocular estaba del lado de Paul Newman. En el cantante amigo de la mafia su brillo azulado contrastaba demasiado con la torvedad de un rostro que ocultaba grandes oscuridades. Pero en el actor recién desaparecido el tono celestial encajaba perfectamente con la sabiduría y la ironía que desprendían su persona y sus personajes. 

Paul Newman tuvo la habilidad de sacudirse el método Stanislavski que marcó a toda una gran generación de actores estadounidenses, desde los años 40 (Brando) hasta sus epítomes setenteros como De Niro, Hoffman o Pacino. Newman podía haber sido un colega de excesos de Jimmy Dean y compañía, como demostró en El zurdo, su primer papel importante. Pero supo girar hasta un terreno en el que se ha mantenido indiscutido hasta su muerte, manteniendo un status intocable que ha durado medio siglo. Robert Rossen le dio el papel de su vida en El buscavidas y a partir de ahí nació un Newman que supo combinar prodigiosamente su papel de megaestrella con el de un actor riguroso y que seleccionaba sus personajes. Así, podía pasar sin despeinarse de protagonizar Blockbusters como El coloso en llamas a trabajar, como se decía antes de los actores, en films de culto como Dos hombres y un destino o El golpe. Y de paso, acercarse a los directores más inquietos de Hollywood como Robert Altman en Búfalo Bill y los indios. Daba igual. Cualquier película con él dentro, incluso infamias como El día del fin del mundo, uno de sus mayores errores, tenía un soporte que la mejoraba sin paliativos.

 

            Es curioso que mientras los cacareados actores del método, caso de De Niro o Pacino, están teniendo un final de carrera bastante triste, Newman, que supo alejarse del dogmatismo impuesto por Lee Strasberg, acabase con gran dignidad. Al contrario que lo que está pasando con su cuate Robert Redford, siempre asumió su edad y aceptó papeles crepusculares, como su detective privado de Al caer el sol. Pero su despedida del cine –no así de la televisión, donde formó parte del reparto de las serie Empire Falls– fue en do mayor, con su extraordinario jefe mafioso de Camino a la perdición, donde a sus años su cálida mirada azul adquiría una inusitada dureza. “Es seguro que ninguno de nosotros verá el Cielo”, decía en una inolvidable línea de diálogo. El Cielo, no se, pero en el Olimpo de los Dioses del Cine ya hace tiempo que estaba. Seguirá en él con unos cuantos escogidos.


Un poco de autobombo

septiembre 7, 2008

 

    

 

   Estimados amigos: permítanme hoy un acto ombliguista. Como ya les dije en el post anterior el Festival donde trabajo, Alcances de Cádiz, empieza este jueves 11 y al día siguiente, viernes 12, me convierto en actor de mi propia película., pues presentó el libro cuyas cubiertas presiden estas líneas y del que soy autor. Crónicas alcanceras es un trabajo sobre la historia de Alcances, que en este 2008 cumple cuarenta años de vellón. El libro no ha pretendido ser una historia exhaustiva del evento, sino un intento de captar sus hechos más destacados y, sobre todo, su espíritu que le ha dado una personalidad propia e irrepetible.

 

El acto será el viernes 12 a las siete de la tarde, en el Centro Cultural Reina Sofía de Cádiz, antiguo Gobierno Militar. Están todos ustedes invitados, gracias.

 

Y despido el blog oficialmente hasta finales de septiembre, en que recuperaré algo de mi vida cinéfila, espero. Sean felices y vayan al cine, aunque no sea en Alcances.


Max Mix de final de verano

septiembre 7, 2008

           

     Sé que tengo algo abandonado el blog, pero no es por vacaciones, sino por todo lo contrario. El Festival de Alcances, que empieza este jueves 11, y de dónde toma nombre este blog, me ha absorbido todo el tiempo. No obstante, en los últimos días he utilizado los fines de semana para montarme sesiones dobles de películas que me interesaban y no quiero dejar de reseñarlas aunque sea en bloque y de forma sucinta. Allá van.

 

HELLBOY 2: EL EJÉRCITO DORADO

 

            Guillermo del Toro se ha relajado algo tras la complejidad y magnificiencia de El laberinto del fauno y nos ofrece un entretenidísimo tebeo de aventuras. Pero como de costumbre, hay mucho más bajo su superficie de lo que aparenta. El mexicano errante sigue jugando como nadie con los mundos paralelos de fantasía que habitan bajo nuestros plácidos pies. Insuperable lo del mercado de los Trolls bajo un puente neoyorquino, o –atenta, Trinidad– lo de la puerta a otros mundos en Irlanda. Y, sobre todo, sigue su lirismo que surge de lo bizarro con su punto de romanticismo mortuorio, que por otra parte, sigue siendo el romanticismo más auténtico. Eso sí, en el arranque de la trama y en algunas partes de su desarrollo del Toro parece que se está entrenando para entrar en el universo tolkeniano con su anunciada adaptación de El Hobbit

 

LOS GIRASOLES CIEGOS

 

            Alcancero no ha leído la novela de Alberto Méndez que basa este film de José Luis Cuerda que resultó ser el último guión del gran Rafael Azcona. Los que si conocen el libro se quejan que de las cuatro historias sólo figuran dos. Y hay que darles la razón en que una de ellas esta bastante separada de la otra en el film y suena demasiado a añadido. Hubiese sido mejor centrarse en la narración principal, la de la mujer que se finge viuda pero en realidad tiene a su esposo escondido en casa para evitar su fusilamiento por los vencedores franquistas y es acosada por un salaz diácono. Los girasoles ciegos no alcanza la grandeza de otro acercamiento de Cuerda a los derrotados de la Guerra Civil, La lengua de las mariposas, pero no es un título del todo desechable. Lo mejor es ver cómo el pervertido diácono refleja en su ser la confusa ideología de los franquistas, parte puteros parte santos, parte soldados, parte místicos, ayudados por la magnífica interpretación de Raúl Arévalo. Pero al final hasta el film comprende y perdona a su despreciable personaje, pues al fin y al cabo es un humano como todos, lo que hace huir a Los girasoles ciegos del maniqueísmo. En el que por cierto están cayendo muchos de los que lo están crucificando desde los periódicos y radios de siempre.

 

STAR WARS: THE CLONE WARS

 

            Tal vez algunos se pregunten que hace Alcancero gastando su escaso tiempo de este final de verano yendo a ver un film de dibujitos que explota el filón de guerragaláctico más allá de lo razonable, pero que quieren, uno es fan y nobleza obliga. Además, uno cree que el destino natural de la serie de Lucas es la animación, después de los excesos digitales de la segunda (primera) trilogía, que convirtió a la saga en un continuo efecto especial. El film cuenta un episodio ambientado en una de los hechos más citados y menos mostrados del proyecto de Lucas, las Guerras Clon. Su voluntad de separarse de la línea principal de la saga queda clara al no haber referencias a lo que va a pasar con Annakin ni las demás zarandajas. Es un título más bien bélico (con mensajes subliminares tipo “la misión es lo primero”), y bastante más infantilizado que sus hermanos mayores. No obstante, la competencia de la animación y su estructura idéntica a los filmes de la trilogía hacen pasar un  reto entretenido, aunque la película se olvide a los cinco minutos de salir de la sala. En fin, a los fans nos ponen un par de Caballeros Jedi y un par de espadas láser y ya estamos contentos.

 

CHE, EL ARGENTINO

 

            El film que Steven Soderbergh ha rodado con Benicio del Toro (auténtico impulsor del proyecto) sobre Ernesto Che Guevara dura cuatro horas, pero aquí se va a ver en dos partes. Lo curioso es que la segunda no tiene fecha aún de aterrizaje en los cines, como si la distribuidora no tuviese mucha fe en el éxito de este eficaz pero frío film. Soderbergh se ha distanciado tanto de su protagonista que no se moja en nada, ni a favor ni en contra, con lo que el Che queda bastante en al aire. A lo mejor no queriendo ofender a nadie puede no contentar a nadie. Aún así, Soderbergh demuestra que es un magnífico narrador y construye muy bien las peripecias del Che desde que en 1955 conoce en México a los hermanos Castro y decide unirse a ellos hasta la entrada de la revolución triunfante en La Habana, centrando casi todo el metraje en sus tres años de guerrilla en Sierra Maestra. Esto se ve punteado con la reconstrucción de su famoso discurso en la ONU de 1964. El film va de menos a más, con la recreación final de la batalla de Santa Clara, y, milagro, una de sus ventajas es que al haberse rodado en castellano en el 90% de su duración se está pasando en original, con lo que podemos oír la verdadera voz de Benicio del Toro en su magnífica recreación del Che, que le valió el premio en Cannes. No así Demián Bichir, que encarna a un Fidel Castro que parece una caricatura de sus últimos discursos.

 

EL TREN DE LAS 3:10

 

            Aunque al Western se la da por muerto, de vez en cuando colea, como ocurre con esta sorprendente versión de un clásico de 1957.El tren de las 3:10 para Yuma, cuya música es un tema clásico del género de los vaqueros.  El remake, como de costumbre, es una ampliación. El primer tren era casi un film de cámara con el forajido y su guardián encerrados en una habitación de hotel, pero ahora eso ocurre al final. El actual presenta más personajes y más peripecias, realizadas con mucho más que solvencia por el hasta ahora grisáceo James Mangold. Pero lo mejor es su ambigüedad moral muy contemporánea.. El villano y el héroe (estupendos Russell Crowe y Christian Bale, que dan toda su salsa en sus duelos interpretativos a la película) puede que no sean tan villano ni tan héroe después de todo. Pero lo más chocante es su arriesgado final, que puede explicar porque este El tren de las 3:10 fue un fracaso estrepitoso en Estados Unidos que ha retrasado justo un año su estreno en España.

 

            Y una aclaración al amigo Microalgo. Sé que esperaba una crítica de Mamma Mía!, pero no he ido a verla por varios motivos, a pesar de todos los comentarios que hablan de su diversión. No trago a los ABBA, y ver a mi odiada Meryl Streep (escoltada por dos pavisosos del nivel de Colin Firth y Pierce Brosnan) protagonizando un musical me provoca los mismos escalofríos que Gabino Diego haciendo en teatro El rey Lear.


La imperial Cyd

junio 18, 2008

Algún veterano crítico de cine, más conocido hoy en día por sus exabruptos radiofónicos que por sus amplios conocimientos, decía que en sus tiempos la conocían como “La imperial Cyd”. También confesaba que en los duros años 50 los chicos españoles iban a los musicales porqué allí se veían piernas (aunque como decía aquel aburrido productor de La calle 42, después de varias semanas es una pierna que sube y que baja). Desde ese punto de vista la recién fallecida Cyd Charisse recién fallecida, no defraudaba. Unas largas extremidades capaces de enrollarse como las de una serpiente. Pero su muerte nos retrotrae a una época del cine desparecida para siempre. La de los grandes musicales de la Metro, lujo y technicolor a toda pantalla. Alcancero tuvo hace años la oportunidad de ver The Band Wagon en una sala y la experiencia fue alucinante.

 

            Cyd Charisse sufrió el fin de la era dorada del musical. No era buena actriz, y no supo reciclarse. No cantaba y solía doblarla Marnie Nixon, la misma que cantaba con la cara de Audrey Hepburn en My Fair Lady. Pero toda su sosería se transformaba cuando bailaba, combinando letalmente arte y erotismo. Suya era la interminable pierna que frenaba a Gene Kelly en el número onírico de Cantando bajo la lluvia. Y ahí están sus dúos con Fred Astaire en la citada The Band Wagon o La bella de Moscú, donde tuvo otro de sus más recordados momentos cuando en solitario danzaba con gracia infinita cambiando sus ropas de institutriz soviética por lencería fina occidental. Pero fue el gran Nicholas Ray el que supo aprovechar esta esquizofrenia de Cyd Charisse, leona cuando bailaba, modosita cuando no, en la magistral Chicago, años 30. Su mejor película y su mejor papel. Su fallecimiento deja huérfano de recuerdos a una era que nunca volverá.


El mejor compañero de viaje

junio 18, 2008

Stan Winston hizo alguna película como director, pero su destino era ser el mejor compañero de alguno de los más populares cineastas de los últimos años. Sin él no se entendería el giro que el cine americano dio en los 70 y 80 hacía la espectacularidad y la tecnocracia. Winston era el heredero de Ray Harryhausen, ese genio de las maquetas, pero al mismo tiempo contribuyó a matar esa herencia. Gracias al talento del recién fallecido técnico de efectos especiales, las entrañables películas de Harryhausen parecen auténticamente naif a las nuevas generaciones.

 

            En este estilo empezó Stan Winston, hasta que descubrió el potencial de los ordenadores y pasó a crear los increíbles efectos de Aliens y las dos películas que cambiarían para siempre la recreación en mundos virtuales en cine, Terminator 2 y Parque Jurásico. Muchos de los que vendrían tras él usarían sus técnicas de forma mecánica, pero él las dotaba de trabajada belleza. Recuérdese el inquietante ojo del tiranosaurio cuando le caía encima la luz de la linterna. O esa virguería del rostro del asombrado piloto del helicóptero reflejado en el metal líquido del T-1000 en la secuela de Terminator, cuyos efectos también realizó.

 

            Así, este hombre que fracasó como cómico de sala y actor antes de encontrar su verdadero camino, fue crucial para una época del cine americano donde se conquistaron mundos imposibles. También de una infantilización de la que ahora parece estar escapando, pero esa es otra historia. Sea como fuere, Stan Winston fue en gran parte el responsable de que una generación que ahora está por los cuarenta se enganchase al cine hace dos décadas. Cuatro Oscars avalan la importancia que tuvo para la industria.

 

(Publicado en Diario de Cádiz el 18 de junio)


El villano de Michael Moore

abril 6, 2008

 Que lástima que para toda una generación más joven que la de este Alcancero Charlton Heston sea únicamente el malo de Bowling for Columbine. No es objeto de estas líneas rebajar el triste final público de la estrella recién desaparecida. Sus últimos años personales, acudiendo a cada sitio donde ocurría una matanza Made in América para agitar un rifle y asegurar que sólo se lo quitarían muerto, van parejos a la decadencia de su carrera cinematográfica. Quién le iba a decir en sus tiempos gloriosos de Ben-Hur que acabaría siendo icono del cine de catástrofes setentero y protagonizando un culebrón televisivo tan sórdido como Los Colby. Es curioso que su muerte haya tenido lugar en vísperas del estreno de la cuarta entrega de Indiana Jones. Spielberg y Lucas le calcaron sin ningún pudor la impedimenta que lucía en un clásico menor del género de aventuras, El secreto de los Incas, para encasquetársela a Harrison Ford.

 

            Frente a este Charlton Heston al que su proverbial conservadurismo le llevó al lado oscuro de la fuerza hay otro paradójicamente más ambiguo a pesar de su rocosa presencia de héroe. Hablamos del actor que en la cumbre de su carrera apoyó sin reservas a Orson Welles como director de Sed de mal y dejó que el genio amante de los toros le robase el protagonismo en el film. También el que rodó con cineastas tan conflictivos como Peckinpah, en esa mutilada obra maestra mutilada que es Mayor Dundee: el rey del cine histórico, dando vida a Miguel Ángel, a nuestro Cid, a Charles Gordon o a un noble feudal en su torreón normando en El señor de la guerra: el que durante una época se centró en el cine de ciencia ficción con mensaje, desgañitándose ante los restos de la Estatua de la Libertad en El planeta de los simios, notando que pasaba algo raro con la superpoblación en Cuando el destino nos alcance o cazando obsesivamente zombies en Omega Man, revisitada hace poco por Will Smith en Soy leyenda.

 

            Y la ironía es que este actor amado por los extremistas del Tío Sam ofrecía una imagen bastante vulnerable, muy alejada de la linealidad propia de los defensores del libre mercado de armas. Personajes ambiguos, no tan seguros de hacer lo correcto y que como le pasaba a Rodrigo Díaz de Vivar o al mayor Dundee tenían que cumplir su deber por encima de sus renuncias personales. Desengañémonos: el héroe americano no es Charlton  Heston, sino los asexuados chicos inocentes que encarnaban James Stewart y Gary  Cooper en los años 30. Ahora habrá que ver que Heston prefiere la Historia, si el de Michael Moore o el de una carrera fílmica más compleja de lo que parece.


Pepe Escriche

marzo 30, 2008

       

       Decía el otro día el señor Microalgo, fiel seguidor por los vericuetos de la blogsfera, que no era cuestión de convertir el blog en una necrológica continua. Yo coincido con ese planteamiento, pues este Alcancero podría convertirse en una de esas viejas que sólo anuncian muertes, enfermedades y catástrofes. Pero me veo moralmente obligado a violar esta norma para hablar de la muerte de José María Escriche, Pepe, para los amigos, que eran muchos.

            No era una persona conocida, pero en el mundillo de los festivales de cine era un nombre prestigioso. Fundó en 1973 el Festival de Huesca, al que siguió vinculado toda su vida. Consiguió darle eso tan importante que es un nombre propio en un mercado tan saturado. Veló por él incluso cuando se dedicó a otras ocupaciones, como la política, ya que fue concejal en el ayuntamiento oscense varios años. Los que conocemos el evento sabemos de su rigor y honestidad, con su apertura hacia Iberoamérica. No lo traté mucho, pero recuerdo la conversación que tuve con él en su despacho en la última edición. Era de estas personas que tienes la sensación de que en cualquier momento te van a dar un abrazo porque hoy es hoy. Ya estaba aquejado según parece de la eufemística “larga enfermedad” que se lo ha llevado, pero no daba sensación ninguna de malestar. Era un ejemplo de la enorme vitalidad que desarrolló toda su vida, según cuentan los que le conocieron bien.

            Alcances tiene una gran deuda con él y con Huesca. En tiempos más oscuros para nosotros, el Festival de la ciudad desde donde se divisan los Pirineos siempre estuvo pendiente de Cádiz y echó unos cables impresionantes. Era nuestro único contacto con el mundo exterior, antes de que la nueva etapa abriera horizontes a otros festivales. Además, era un gran amigo de Cádiz. Venía con frecuencia, no sólo en Alcances, y se convirtió en un gran embajador nuestro. Lo siento por nuestras Cármenes, que mantenían con él una relación fraternal. Y lo siento por su equipo, Ángel, Lázaro y Montse. Estoy seguro que le harán el mejor homenaje que se puede hacer: mantener el Festival como un referente tal y como él hubiese seguido haciendo. Un abrazo alcancero a todos ellos y ellas.


Una desaparición prematura

marzo 27, 2008

Rafael Azcona se fue en silencio, pero uno no cree que esta despedida a la francesa tuviese que ver con su legendaria discreción. Alguien que fustigó con tanto tino las costumbres hispanas debía tener bastante recelo de hacer pasar a los suyos por esa tortura nacional llamada velatorio. Y de que su nombre fuese usado en vano por famosos y famosetes de todo pelaje ante las cámaras glosando su figura. Tal vez se acordara del grotesco funeral que escribió para Berlanga en ¡Vivan los novios!

 

            Pero es curioso que este magnífico catador de nuestra esencia fuese tan poco español en otras cosas. En un país donde la figura del guionista profesional se halla circunscrita a la televisión, consiguió dedicarse en exclusiva a ello medio siglo, sin tener tentaciones de pasarse a la dirección. Cuando cualquier cantamañanas publicita su obra hasta la exasperación, Azcona permaneció en un obsesivo segundo plano. Sólo al final, quién sabe si azuzado por la enfermedad, rompió su silencio y empezó a pasearse por periódicos, televisiones y tertulias. Allí rompió otro tópico. Un sujeto discreto no tiene porque ser un huraño. Mostró una lucidez, elegancia y conocimiento de la vida encomiables antes de su prematura muerte. Y es que aunque pasaba de los 80, era una de estas figuras cuya desaparición siempre ocurre antes de tiempo.

 

            Azcona era un superviviente de una estirpe irrepetible. Era de los escritores antiguos, de los que dejaba la provincia para vivir la bohemia en Madrid y patearse los cafés. Lo mejor de su obra se halla al principio, cuando sus primeros guiones para Ferreri y Berlanga prolongaban sus corrosivos escritos literarios de los 50. Luego escribió demasiado –incluso para Bud Spencer- y su verdadera voz se perdió en el tráfago de guiones, aunque su oficio permitió a algunos directores hacer sus mejores obras. Ahí está el chiste del falangista con el brazo enyesado en La prima Angélica para demostrarlo. Tal vez Trueba y José Luis Cuerda fueron los que le permitieron reencontrarse consigo mismo al final de su carrera, recuperando sus raíces más hispanas. Precisamente para Cuerda dejó su último guión. Mientras se estrena Los girasoles ciegos, sólo nos queda sentir un escalofrío de desamparo. En noviembre Fernán-Gómez, en marzo Azcona. Nos están dejando huérfanos.

 

Publicado en «Diario de Cádiz» el 27 de marzo


Lo mejor de 2007

diciembre 31, 2007

 

2007 se despidió cinematográficamente como todos los años: presentando un balance donde se suman los grandes fiascos, la gente que cumplió, las sorpresas inesperadas y grandes cantidades de rutina, sobre todo procedente de Estados Unidos. Tal vez la nota más negativa la pusiese el cine español, pues ni sus más ardientes paladines pudieron defender el pobre nivel general de las películas patrias. La taquilla la salvaron en otoño los fenómenos de El orfanato y [REC], pero a nivel artístico se notó demasiado la ausencia de los grandes nombres, sin que como en otras ocasiones compensasen las óperas primas. Los que concurrieron, como Aranda y Medem demostraron no estar en su mejor momento. En cualquier caso, a juicio del Alcancero esto fue lo mejor de la cosecha del año recién finiquitado. Pero como todo bueno de película necesita su villano, sigue otro post con las peores películas de 2007. Y como siempre, desearles un 2008 donde las grandes películas se proyecten en sus vidas y en los cines (o en sus DVD).

 

ADIÓS, PEQUEÑA, ADIÓS

El pésimo actor Ben Affleck se pasó tras la cámara y nos cogió de sorpresa con esta crónica negra basada en una novela de Dennis Lehane (Mystic River). Como en los grandes clásicos, se mezclaba intriga, denuncia social, corrupción y una oscura mirada a la condición humana.

 

 

DEATH PROOF

Mientras su compañero en el proyecto Grindhouse la pifiaba con Planet Terror, Tarantino daba otra inclasificable obra maestra de su extraño talento. En ella era capaz de contar con morosidad dos veces la misma historia en un solo film con variantes cruciales. Y de unir, violencia, velocidad y erotismo dejando en pañales al Cronenberg de Crash.

 

 

DESEO, PELIGRO

Ang Lee alcanza definitivamente el camino de la grandeza con esta actualización de los grandes clásicos del melodramas históricos de los años 30. Sólo que donde había amor ahora hay sexo obsesivo, y donde había heroísmo ahora hay suciedad y el choque entre los ideales y su puesta en práctica.

 

 

EL ASESINATO DE JESSE JAMES POR EL COBARDE ROBERT FORD

A pesar de algún problema de ritmo, es una intensa película sobre los últimos meses del célebre forajido con turbiedades morales en su estudio del choque entre el mito y la realidad. Y de cómo ser una leyenda no está al alcance de cualquiera.

 

 

EL BUEN PASTOR

Tal vez disgustado de cómo va su carrera como actor, Robert De Niro rodó su segundo film que resultó ser una impresionante crónica de cómo el servir en los servicios secretos, lejos de ser heroico, puede ser el mejor camino para la vaciedad moral. Fría y deprimente como ella sola.

 

 

EL JEFE DE TODO ESTO

Lars Von Trier se tomo un respiro en su trilogía americana y filmó esta aparente comedia que como todo su cine operaba implacablemente en varios niveles: crítica al neocapitalismo salvaje y una magnífica reflexión sobre las representaciones y los roles que a veces nos vemos obligados a tomar.

 

 

EL LIBRO NEGRO

Harto ya de Hollywood, Paul Verhoeven volvió a su Holanda natal para rodar con libertad esta historia donde mezclaba desenfadadamente una narrativa de asumida serie B con una profunda y cruel reflexión sobre lo que significa sobrevivir en tiempos de canallas.

 

EL PARAÍSO DE HAFNER

Un excelente documental sobre la vejez de un miembro de las SS que vive en España. El film se beneficia de la tensión entre el personaje y un director que lo detesta y de no convertirse en un panfleto político, sino en una película sobre la decadencia y la inflexibilidad del fanatismo que resiste al tiempo.

 

 

LA SOLEDAD

La mejor película de este pobre año del cine español, que ha logrado colarse en los Goyas. Jaime Rosales demostró que Las horas del día no eran casualidad, diseccionando con su riguroso estilo objetivo a una serie de personajes que se mueven en su vida en la frialdad más absoluta aunque estén acompañados todo el rato.

 

 

LA VIDA DE LOS OTROS

Tal vez la película más justamente aclamada del año. Poco se puede añadir ya a lo dicho sobre esta magnífica historia de humanización de un agente de la Statsi y de lo que significa vivir bajo una dictadura.

 

 

RATATOUILLE

Brad Bird, director de Los increíbles, ofreció otra obra maestra de la animación con un nuevo y estimulante mensaje a favor de la diferencia con la insólita historia de una rata que es un genio de la cocina.

 

 

UN FUNERAL DE MUERTE

Aunque dirigida por el americano Frank Oz, esta película es una obra maestra del humor negro británico, con un guión excelentemente construido que nos lleva con inteligencia de sorpresa en sorpresa.

 

 

 TRISTRAM SHANDY: A COCK AND BULL STORY

No se distribuyó mucho esta joya de Winterbottom en la que adaptaba el inadaptable libro de Laurence Sterne. ¿Solución?. Tirar por la calle de en medio y hacer una paródica película sobre el estrellato y el cine dentro del cine, entre otras sabrosas sugerencias.

 

 

ZODIAC
David Fincher dejo de juguetear, se centró como hace diez años con Seven y nos ofreció esta soberbia crónica sobre el nunca atrapado Asesino del Zodíaco. O de más bien, de cómo un criminal así puede afectar a los que lo persiguen y llevarlos a la paranoia.