Prensa descafeinada

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Los periodistas, que sé que alguno (más bien alguna) lee este blog, deberían ver la quinta y última temporada de The Wire, una obra maestra de la televisión de la que puede algún día les hable. Una de las tramas tiene que ver con un periódico, cosa lógica teniendo en cuenta que el cerebro de la serie es David Simon, antiguo plumilla de Baltimore, la ciudad donde transcurren las andanzas del policía McNulty y sus amplios compañeros. En esta temporada final se pueden ver signos del huracán que ahora asola a la prensa española. Cuando aparecen por primera vez los redactores del rotativo hablan de que otra cabecera del grupo sita en Filadelfia está sufriendo recortes de personal. Cuando tienen una reunión de primera el director les dice que lo que está pasando en la ciudad de Rocky no tiene porque afectarles. Acto seguido pregunta por determinada información que no tiene a su juicio un buen seguimiento. Alguien levanta la mano. “Es que desde que nos quitaron al becario de la sección de transportes y no fue reemplazado no tenemos gente para cubrir esto”. Por supuesto, a medida que avanza la temporada el tsunami de Filadelfia llega a Baltimore. La redacción es convocada y tiene que tragarse un discurso. “No tenemos ya tanta publicidad, etc., etc., así que tenemos que cerrar las corresponsalías y no tenemos más remedio que despedir gente. Los que nos quedemos – nota: se ve que el que da el discursito no teme por su empleo- tenemos que aprender a hacer más con menos”. Por cierto, que cuando uno de los periodistas ve a la procesión de directivos con cara fúnebre antes de esto dice fatalista “ya nos han vendido otra vez”. Recordar que esto fue emitido en Estados Unidos en 2006.

 

            Hay más perlas como esta, incluso algunas sobre la ética del periodismo, sobre como el reportero de raza está siendo sustituido por juntaletras guays que no se complican la vida, pero esto nos llevaría muy lejos. Bueno, les cuento una última que me encanta, que se produce cuando Gus, ese editor del periódico protector de los suyos y garante del periodismo responsable, personaje que después de mi experiencia y la de mis amigos periodistas creo solo existe en el cine, le dice a una joven redactora “con frecuencia lo menos interesante de una información es lo que está entrecomillado”. Viene a cuento esta larga introducción a que me acordé mucho de esta quinta temporada de The Wire viendo el otro día La sombra del poder. El film es una adaptación de State of Play, una miniserie de culto de la BBC de 2003, que no conozco (a ver si alguna distribuidora se apiada y la saca en DVD aprovechando el tirón) pero que según parece ha sido adelgazada en su traspaso a la gran pantalla. Esto puede explicar que se haya optado por la trama más policíaca que por los temas de fondo que se apuntan y no se explotan bien, como restos del alabado guión de la serie que han quedado flotando en el film pero sin cuajar. Uno de ellos es una reflexión sobre el periodismo, sus límites éticos y donde empieza y acaba su responsabilidad. Russell Crowe, que por mucho que caiga mal con sus numeritos es un actor de calado, es un periodista que investiga un caso que implica a uno de sus mejores amigos, congresista de gran proyección, encarnado por un Ben Affleck que está aprendiendo con los años a hacer algo más que mover la barbilla. En esta historia que le afecta personalmente se saltará las reglas y los protocolos de su profesión, en un marco parecido al contado en The Wire. Su periódico tiene nuevos dueños y a lo mejor es una historia que toca teclas peligrosas, pues el congresista se hallaba investigando a una corporación que recuerda demasiado a la Halliburton de Dick Cheney, al mismo tiempo que todos están histéricos por la bajada de publicidad y de ventas. También se habla de la relación entre prensa y política y de cómo este maridaje es complicado.

 

            Pero como dije antes todos estos temas, que podían haber dado una buena salsa al guiso de La sombra del poder, quedan diluidos. Es más, uno se atrevería a decir que están dispuestos precisamente para eso, para dar al público la sensación de que el film tiene más empaque del que en realidad tiene. Con lo que el film se agrega a esta fastidiosa línea de títulos que se queda a las puertas de una intensidad en la que nadie ha querido entrar. Porque se trata en definitiva de hacer un nuevo thriller de lujo y crímenes que resulta ser medianamente efectivo. Y si la ven, no se hagan muchas preguntas sobre la trama. Igual descubren un par de contrasentidos que lo dañan todo.

1 Responses to Prensa descafeinada

  1. Mninha dice:

    Con su permiso, voy a darme por aludida.

    No he visto nada de ‘The wire’, aunque sí he leído muchas recomendaciones. La suya es la primera que me ha hecho querer ver la serie, y no sólo porque anticipase, hace tres años, la actual crisis económica que sacude la prensa, y también quiénes serían los sectores en los que se cebaría (en los despachos no se mastica la ansiedad que hay en las redacciones).

    También tomo nota de su sugerencia sobre la película en cuestión que comenta y, sobre todo, la serie original, en la que puede que todos esos temas que le parece que tocan demasiado colateralmente en la pantalla grande sean mejor tratados.

    Aunque serán muchos los que caigan, tanto individuos como empresas, no creo que la crisis económica sea el mayor problema al que se enfrenta la prensa. La situación económica mejorará, tarde o temprano, pero va a ser más difícil eliminar de los medios actuales el servilismo al poder político y al económico y a esos ‘amigos’ políticos que tienen casi todos los que mandan.

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