Primer aniversario

diciembre 2, 2008

Grandes esperanzas blancas del terror hispano, con más pretensiones que los entrañables viejos cutrerios de Paul Naschy y compañía, los catalanes Jaume Balagueró y Paco Plaza demuestran con [REC] que también pueden divertirse.

 

Así empezaba el primer post de Las crónicas del Alcancero publicado el 2 de diciembre de 2007, es decir, tal día como hoy hace un año. En estos 12 meses he colgado 127 post (contando este). Deberían haber sido más, pero mi falta de tiempo en determinados meses y que sinceramente no todas las películas merecen la pena ser comentadas ha bajado el número. Espero haber compensado la falta de cantidad con la calidad.

 

Gracias a los lectores habituales y a los que comentan de vez en cuando, aunque somos más de los que parecemos. Los chivatos de WordPress señalan una media de unas 40 visitas diarias. O sea que hay gente que mira esto de vez en cuando aunque no deje señales escritas de vida, sin contar los que entran esporádicamente, miran algo y se van. Lo que me alegra especialmente es haber sabido mantener la fidelidad a este proyecto internáutico al revés que lo hecho con otros previos, que se ha convertido en pecios a la deriva en el proceloso mar de la red de redes. En realidad, no nos engañemos. Uno escribe estas cosas más bien por placer personal, como una muestra de ombliguismo, pero si a alguno de ustedes les vale para algo, pues bienvenido sea. Ahora comparto con ustedes algunos datos curiosos dados por los chivatos del portal para festejar el cumple. Gracias de nuevo y nos seguimos viendo por aquí.

 

POST MÁS VISTOS

El superhéroe de hierro, 874 visitas

Pobre niño rico, 149 visitas

El tren del terror, 138 visitas

 

(Por desgracia, las estadísticas de WordPress son positivas y no hablan de los menos vistos, que sería interesante también saberlo)

 

VISITAS TOTALES HASTA LA FECHA DE ESCRIBIR ESTAS LÍNEAS: 10.117

COMENTARIOS DEJADOS POR USTEDES (Y ALGUNO MÍO): 223

 

DÍA CON MÁS VISITAS: Lunes 19 de mayo de 2008, con 159

 

(Del mismo modo, no queda registrado el de menos visitas. Pero recuerdo un domingo de agosto que hubo unos 3 visitantes escasos. El verano es muy malo).

 

Y para acabar, algunas reflexiones sobre como llega la gente al blog, pues WordPress te indica las búsquedas diarias que hace el público en Google para acceder. Algunas son lógicas, como “Ironman”, “Hulk” o “3 días”. Otras son más indirectas, caso de “guarrindongas”, pues este término lo uso de vez en cuando, aunque me temo que el cliente cuando vea el blog se irá decepcionado. Pero otras son directamente esotéricas, como “Mala planificación Cádiz”. Alguien busca diatribas contra el PGOU gaditano y se encuentra con escritos de cine. O “El eterno femenino”, un goethiano algo despistado. También “Cazadora universidad americana”, sin que me quede claro si se refiere a la prenda de vestir o a los killers que de vez en cuando montan masacres en centros educativos. En fin, los caminos del Google, como los del Señor, son inescrutables.


El buen pastor

diciembre 1, 2008

labuenanueva

Helena Taberna es de estas cineastas que tiene los pies de barro. Su fama deriva del film Yoyes, de hace unos diez años, rodado en la tregua etarra al PP (la del olvidado “movimiento de liberación nacional vasco”) que fue jaleado por motivos extracinematográficos. Se consideró que su tema, el hablar de la terrorista arrepentida que fue asesinada delante de su hijo por sus ex compañeros, que no le perdonaron su cambio a la vía pacífica, era suficiente. Y que duda cabe de que era una historia impactante y necesaria en ese momento en que ETA montaba uno de sus habituales timos disfrazados de tregua. Pero nadie reparó en que era un melodrama bastante topicazo y muy alicorto en su inspiración. Luego, Taberna cimentó su leyenda con otro documental muy escasito, Extranjeras, donde llegaba primero también en hablar de las emigrantes femeninas en nuestro país.

 

 Ahora se ha estrenado su nuevo film de ficción, La Buena Nueva, donde todos sus defectos quedan claros. Se nos cuenta la historia de un comprensivo sacerdote joven (Unax Ugalde) que en vísperas de la Guerra Civil es destinado a un pequeño pueblo navarro, donde el anterior párroco tenía sus agarradas con el importante sector izquierdista de su población. El nuevo cura estaría mejor tocando la guitarra en las misas postconciliares que en su época (o en esta integrista etapa del devenir vaticano, bien mirado), pero sus peculiares tácticas no son bien recibidas. Cuando estalla el conflicto y la represión de los vencedores cae sobre el pueblo, estas diferencias se acentúan, junto con una maestra que lleva al sacerdote a terrenos demasiado alejados del reino de los cielos.

 

     Pese a lo que pueda parecer, La Buena Nueva no critica a la Iglesia, cuya jerarquía rápidamente se pone de parte de los sublevados, sino de su papel en el conflicto. Eso queda claro en la delirante penúltima escena del film, cuando el sacerdote se lleva a las viudas de los fusilamientos a orar donde están las fosas comunes de sus familiares mientras el obispo celebra en la plaza del pueblo la victoria franquista. Taberna, que después de todo es navarrica, tierra de Cristo Rey, propugna otro tipo de Iglesia pero no su cuestionamiento como institución. El film tiene sus detalles interesantes como el choque entre carlistas y falangistas, que saca a la luz las tensiones que había entre el presuntamente homogéneo bloque franquista y su algo oportunista posición frente al candente tema de los desaparecidos y las fosas, con su defensa de que esto no se puede olvidar. Pero todo se malogra con unos diálogos imposibles, unos personajes de opereta –en especial los fascistas, de auténtico tebeo- y unas situaciones bastante forzadas, como cuando el joven cura se arranca con el Padrenuestro en euskera, lengua que hasta entonces desconocíamos hablaba. Como reza el dicho, el infierno está empedrado de buenas intenciones que no necesariamente hacen una buena película. Y que me perdonen, pero el Premio de Interpretación a Unax Ugalde otorgado en el Festival de Valladolid uno no lo vio por ningún sitio.


Instinto maternal

diciembre 1, 2008

leonera

Todo el mundo cree que el cine argentino consta de películas donde la gente se pasa la vida perorando hasta el infinito, pero eso no es del todo exacto. Un grupo de directores como Pablo Trapero o Lucrecia Martel desmienten este axioma muy propio del país de los psicoanalistas. Sus filmes son más bien silenciosos dejando que la imagen y las rutinas de los personajes dominen la acción, con protagonistas más bien dados a no mostrar en público sus sentimientos. Aquí la vena centroeuropea que tiene en sus raíces gran parte de la población argentina se impone a la latina.

 

            Precisamente Pablo Trapero, el director de El bonaerense y de Familia rodante (ésta última un involuntario antecedente de Pequeña Miss Sunshine, quién lo diría) acaba de estrenar entre nosotros Leonera, donde su distante estilo parece a priori encajar mal. Ambientada en una cárcel de mujeres, el jaleo que suele haber en estos sitios no es el apropiado para sus silencios. Pero Trapero se las arregla. Al fin y al cabo, en una prisión coinciden un montón de desconocidos (desconocidas en este caso) que no tienen nada en común, con lo que a pesar del ruido pocos se comunican de verdad. Esta es la estrategia seguida por el director. La trama nos presenta a una mujer embarazada que un día se levanta con un cadáver al lado. A pesar de que es dudosa su culpabilidad, va a prisión y es condenada por ello. Por cierto, que los que piensan que la Justicia española va mal, que sepan que la protagonista está ¡cuatro años! de presa preventiva antes de que la juzguen. En la cárcel tiene a su hijo. En principio, es la clásica protagonista de un film de Trapero. Transita por su vida y por su dura situación como una zombi emocional, como si nada le importara. Pero es una trampa. Mediado el metraje de Leonera, la madre de la protagonista le roba a su ya algo crecidito hijo, con la excusa de que una cárcel no es el mejor entorno para cuidar a un crío. La reacción de la reclusa con tal de defender su derecho al niño es un estallido emocional insólito en un film de Pablo Trapero.

 

            Entonces nos damos cuenta de que la leonera del título no hace referencia a la cárcel, lugar desastrado donde los haya, sino a la madre que defiende a su cachorro. El director filma esto con su habitual estilo documental que nos narra de forma desapasionada y objetiva el funcionamiento de una prisión de mujeres. Como en la magistral Falso culpable de Hitckcock, hay una morbosa recreación inicial del proceso burocrático que lleva a una persona a convertirse en un número dentro de la administración de justicia. Lo sorprendente es que Pablo Trapero, cuando llega el estallido, sabe ser a la vez dramático y ser fiel a su objetividad, en un equilibrio insólito que le sale bien. Una evidencia de que definitivamente el cine argentino es mucho más que charladores eternos y puede ser muy sutil.