¿Qué te han dado, Frank?

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En un momento de este mayúsculo naufragio llamado The Spirit alguien –que más da quien- habla de que uno de los personajes –que importa cual- puede tener complejo de Electra. A lo mejor esta es la clave de por qué Frank Miller ha asesinado cinematográficamente a uno de los clásicos del cómic, creado por el ya desaparecido Will Eisner. Tal vez se haya creído todo lo que dicen de él como el gran genio contemporáneo del arte de las historietas y este film sea como un edípico “matar al padre” y dejarle con las vergüenzas al aire, para poder reinar ahora sin antecedentes incómodos.

 

            En cualquier caso, ahora se entiende que se escudara tras Robert Rodríguez para realizar la adaptación de Sin City, pues Miller en solitario se ha estrellado. Pero lo peor no es que haya hecho un film fallido o equivocado, sino que hay cosas que hacen preguntarse sin el tejano no habrá tenido un negro para ayudarle en su deslumbrante carrera comiquera. Es realmente incomprensible todo. Esos monólogos pedantorros y seudoexistencialistas del protagonista, esos villanos que son más propios de los dibujos animados de la Warner que de conspiradores mundiales, ese Samuel L. Jackson ora samurai japonés ora oficial de las SS, protagonista de alguna de las secuencias más vergonzosas vistas en este finiquitado año. Esta última, con sus decorados de baratillo, hace que las películas de serie Z más infames sean Spielberg. Y por último, pero no menor, diálogos que ni el impar Chiquito de la Calzada borracho hubiese superado.

 

            Nunca sabremos –y tal vez sea mejor así- si en la cabeza de Miller estaba hacer un film “serio” o una parodia que se salió de madre. Pero la película entra en barrena desde la absurda secuencia de la pelea en el muelle y ya no levanta cabeza. Aunque tal vez el problema sea de lenguaje. Miller la rueda con efectos de cómic, recordando mucho a veces a su propia estética de Sin City. Pero lo que vale para el papel entintado no vale para las imágenes cinematográficas, aunque a primera vista parezcan primas hermanas, y lo que podía funcionar en un cómic no lo hace en celuloide. Uno se imagina esta versión del justiciero de Eisner incluso con los bocadillos con diálogo en algunos momentos intentando poner orden. Tal vez se hubiese suturado algo. Pero una cosa si me sorprendió de veras. Como Miller puede ser tan bueno en cómic buscando el lado oscuro de Batman y tan malo intentando hacer lo mismo con el personaje de Spirit en cine.

 

            Supongo que Scarlett Johansson, Eva Mendes y el propio Jackson intentaran borrar de sus currículums este trabajo. Se siente por Gabriel Macht como Spirit, pues este papel puede lastrarle en el futuro. Y en cuanto a la sevillana Paz Vega, que tiene el triste honor de tener los minutos más estrafalarios en una película totalmente estrafalaria, su carrera internacional tiene el mismo cariz que la de otra bella oficial española, Elsa Pataky: muchas serpientes en el avión. Aunque parece cumplir una cierta obsesión mamaria que tiene Miller con sus chicas. No obstante, hay que convenir con el gran Paco Fox. Un tipo que es capaz de perpetrar en cine The Spirit y a la vez hacer la reformulación de Batman en cómic no deja de ser meritorio.

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