Rebelión natural

¿Vive Shyamalan de las rentas de El sexto sentido? Mal que le pese, casi diez años después de su famosa historia de fantasmas hay que colegir que algo sí. Al director hindú cada vez le gustó más la trampa narrativa y no supo encontrar el milagroso equilibrio entre ella y la genuina sorpresa que recorría El sexto sentido. Lo peor es que a su éxito más rotundo siguió un creciente conservadurismo que llegó a lo puramente reaccionario en Señales, con su terrible –y no por los extraterrestres- plano final. Parece que lo que le interesaba era enderezar familias en peligro a los que las catástrofes que acaecían sobre ellos las llevaba a redescubrirse.

 

            No obstante, la hermosa fábula La joven del agua parecía marcar un nuevo camino, ya que volvía el narrador elegante. El problema es que la vendieron como un film de terror puro y duro –ahí estaba su engañoso trailer- cuando no lo era en absoluto, con lo que muchos se desengañaron al verla. Lo malo es que Shyamalan no ha aprovechado el giro y ofrece más de lo mismo en su nuevo film, El incidente. De nuevo una tragedia cae sobre un matrimonio que no lo tiene nada claro, y donde ella es una infiel. Parece que la naturaleza se ha hartado del expolio al que le sometemos los humanos y empieza a extinguirnos, emitiendo una toxina que provoca suicidios. Shyamalan disimula que en el fondo la historia no tiene mucha entidad con su efectivo estilo. Evita los sustos fáciles –de nuevo los trailers son engañosos- y rueda las muertes con elegancia, sin recrearse en exceso, salvo en dos prescindibles momentos. Pero no se puede ocultar que en fondo es un rutinario film de catástrofes con pretensiones. Eso sí, el conservadurismo del director aparece sin recato. El viento que esparce las toxinas puede ser el aliento de  Dios como en el Antiguo Testamento y otra vez una pareja en crisis se arregla gracias a ello. Tal vez por ello son respetados por la desatada naturaleza, no como ese matrimonio que se separa y por ellos muere. Es una sublevación de las plantas muy moralista.

 

            Hay una parte interesante en la película, cuando deambulan sin rumbo intentando huir de la rebelión natural y se topan con una serie de peligrosos freakies de la América profunda. Una metáfora del caos social que puede vivir parte de la sociedad estadounidense actual cuando el miedo se apodera de ella. Pero es muy poco teniendo reciente la estupenda La niebla de Stephen King que incidía en ello de forma muy efectiva. El incidente se va perdiendo en lo que en realidad es una película bastante topica, incluyendo el profesor de naturales que es capaz de ir deduciendo sobre el terreno lo que está ocurriendo por ciencia infusa. Y el final es digno de los filmes baratos de ciencia ficción. Una película que ofrece mucho menos de lo que aparenta su trascendente estilo.

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