El superhéroe de hierro

mayo 10, 2008

Iron Man es una curiosa película. Parte del superhéroe que tiene una vida menos heroica de todos. Tony Stark, niñato, multimillonario y genio de la industria armamentística. Stan Lee se inspiró para crearlo en el oscuro magnate Howard Hughes. La película malévolamente, representa al padre del protagonista que sale en fotos clavadito a Hughes. El Hombre de Hierro, por usar la terminología española que está siendo batida por los filmes sobre la Marvel, nació en plena eclosión de las protestas juveniles de los 60 y las desafiaba presentando a un personaje que era lo que ellos odiaban. La jugada salió bien, pues fue una de las criaturas surgidas de la calenturienta mente de Stan Lee que ha tenido más éxito.

 

            La película resultante, una de las dos del mundo Marvel que se estrenan este año –la otra es una nueva versión de Hulk después de que a los capitostes no les gustase nada la personalísima de Ang Lee-, presenta un curioso juego. El Tony Stark original caía en manos de comunistas vietnamitas, y el del film en manos de guerrilleros que luchan en Afganistán. En este mundo menos seguro que el de la guerra fría, donde al fin y al cabo había un villano claro, Stark llega a una serie de conclusiones y descubrimientos, que no dejan de ser un toque de atención a las grietas del nuevo orden mundial. La falta de escrúpulos de la industria armamentística queda patente así como su deseo de generar beneficios a costa de lo que sea. Increíble hallar un discurso progresistoide en una película de estas características. De hecho, parece defenderse que sólo el superhéroe individualista puede hacer algo positivo en un marco tan corrupto.

 

            Además de su mensaje, Iron Man guarda gratas bazas. Está muy bien interpretado, por Robert Downey Jr., Gwyneth Paltrow, Terrence Howard, y, sobre todo, Jeff Bridges. Puede que el conflictivo Downey, más conocido por sus escándalos que por su carrera, generé ciertas reservas, pero dado el tono del film es una elección muy apropiada. El guión se centra en el nacimiento del personaje, y eso hace que no haya muchas escenas de acción, aunque las que hay son muy contundentes. Priman las relaciones del golfo de Stark, con su caótica vida, su fiel secretaria Pepper, su amigo el coronel Rhodes y el cerebro de su empresa, el ejecutivo Stane. Además, surca la trama un divertido tono de comedia, que hace de Tony Stark el menos glamouroso de los superhéroes. En definitiva, Iron Man es un divertido espectáculo con cierta enjundia.

 

            Y un aviso a los que vayan a verla. Merece la pena tragarse los diez minutos finales de los títulos de crédito con su música matraca porque tras ellos hay una escena sorpresa que puede dar una pista de por donde van a ir las adaptaciones de la Marvel en el futuro.


El trepa atrapado

mayo 1, 2008

Chantaje forma parte de esa oleada de thrillers moralistas que nos azotan de vez en cuando. Su arranque juega al despiste. Vemos el despertar de una familia de anuncio, formada por los glamorousos padres y su encantadora niñita. Por supuesto, viven en un fantástico dúplex. Pero pronto descubrimos sombras en el paraíso burgués de estos habitantes de Chicago. El marido, un crack de la publicidad, resulta ser un tiburón en lo suyo, imponiendo su ley ante jefes y compañeros sin ningún escrúpulo. Es un trepa de manual. Pero su vida se tuerce cuando entra en escena un secuestrador que retiene a su hija. Para liberarla empieza a poner a prueba al matrimonio, haciéndoles pasar por una serie de humillaciones que tendrán un climático desenlace. Estos acontecimientos nos muestran que tan dichosa pareja no es oro todo lo que reluce.

 

            Podía haber sido una amarga reflexión sobre la pareja y sobre lo que nos ocultamos los unos a los otros, pero no. Al final tanto sinsabor tendrá un porqué y resulta ser un ajuste de cuentas con el trepa, que como en una vieja novela moralizante decimonónica ve tanto egoísmo deconstruido en unas pocas horas. Ideal para que alguna marujona, como las que estaban en la sala ayer tarde detrás de este Alcancero, diga con tono de espectadora habitual de culebrones televisivos “¡toma!”. Además, Chantaje cae en la trampa de tantos thrillers actuales presuntamente impactantes, una sorpresita final que obliga a replantearse desde otro ángulo toda la película. Y no es que este Alcancero sea muy listo, pero uno se la vio venir a varios kilómetros de distancia.

 

            Es una lástima que la película se haga tanto daño a si misma, pues como thriller de suspense es competente en la gradación de la acción. De no ser por su deriva final hubiese quedado una película bastante apañadita. A ello ayudan sus actores. Gerard Butler, el Leonidas de 300 como el atribulado padre es el más flojo entre un sorprendente Pierce Brosnan como el dolido secuestrador y sobre todo la gran Maria Bello, la chica de Una historia de violencia y The Cooler, que vuelve a demostrar ser una de las mejores actrices de su generación en un papel que en otras manos hubiese sido mera rutina.