Kaurismaki en el Kibbutz

El film israelí La banda nos visita muestra algo que bien mirado agita una pesadilla en el inconsciente de los ciudadanos del país hebreo. No debe ser muy agradable ver a un montón de egipcios de uniforme, aunque sean una inofensiva banda de la policía, dar vueltas por los desiertos de Israel. La película, ópera prima de Eran Kolirin, ofrece este punto de arranque para su historia. Eso le ha valido premios internacionales y el comentario de que aboga por el diálogo entre judíos y árabes. Pero visto el film, esta lectura es muy limitada.

             Kolirin demuestra se un aplicado discípulo del genio finlandés Aki Kaurismaki, trasladando su marciano estilo del frío Báltico al luminoso Oriente Medio. Sus personajes son tullidos emocionales y un corrosivo humor recorre la cinta, ambientada en un desolado pueblo que deja en muy mal lugar la política estética de los Kibbutz . Esta influencia está más clara en escenas impagables como la del baile con patines. Incluso es imposible no pensar en los Leningrad Cowboys, el grupo que se sacó de la manga Kaurismaki para alguno de sus filmes y ha obtenido vida propia, y sus delirantes itinerarios. En circunstancias normales, se podría pensar que como en el finlandés, hay un negro cuadro de relaciones humanas. Pero el cineasta israelí lo lleva a un terreno más político, ya que la posibilidad de diálogo entre dos etnias, dos religiones, y dos pueblos enfrentados es inútil.

 

            Puede que haya generosidad en los habitantes del pueblo que acogen a la banda egipcia, pero eso no lleva a una comunión. Hay que agradecer a Kolirin que evite el fácil humanismo y nos ofrezca escepticismo envuelto en un frío humor. Al final la visita de los músicos será un acto protocolario, como demuestra el concierto final. Han venido a lo que han venido, a vender la idea de la amistad entre pueblos que no se materializa. Y es que parece que las nuevas generaciones criadas en medio del conflicto árabe-israelí no le ven mucha salida al tema.

2 Responses to Kaurismaki en el Kibbutz

  1. Yo soy ESA dice:

    Comparto la atinada reflexión del Alcancero sobre la incapacidad emocional de los personajes, y por supuesto del ambiente absurdo e irreal que transmite, que en ocasiones me recordó también a alguna película italiana de humor autocrítico, pero también da trazas leves de una cierta esperanza de entendimiento en mi opinión.

    Y el entendimiento, claro, se da a niveles humanos, muy personales, casi íntimos. A pesar de que son circunstanciales y muy puntuales, el contexto no da para más, se atisba que algunos personajes son sensibles a la indefensión de otros, y paradójicamente esta visión acaba por ser recíproca.

    Otros puntos llamativos y significativos de la película son la sorna con que reciben los israelíes a los estirados músicos y el enfrentamiento de voluntades frente al teléfono que roza la mímica.

    Quizás vea yo esta cinta más cargada de tintes humanos que políticos.

    Véanla para juzgar, no se arrepentirán de cualquier modo.

  2. Microalgo dice:

    Tomo nota, Esa. Si puedo, la veré. Gracias por el consejo.

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