Expediente Anwar se está uniendo a las películas que desde el corazón de Hollywood están cuestionando la política de George Bush Jr., ahora que se halla en los últimos meses de su nefasta presidencia. En esta temporada hemos visto Leones por corderos, de Robert Redford o En el valle de Elah, de Paul Haggis. El film que nos ocupa da un paso más allá, pues muestra directamente uno de los hechos más bochornosos de una administración que tiene mucho de lo que achararse, como son las detenciones ilegales de ciudadanos por parte de la CIA. Siguiendo con la filosofía de Ranger de Texas de la Casa Blanca, la agencia puede secuestrar a quien quiera donde quiera por meras sospechas y llevarlos a cárceles secretas en las que cualquier método es válido para sacar información. En España la justicia permite errores en cascada que dejan a pederastas asesinos reclamados en la calle para cometer sus crímenes, pero en Estados Unidos no hay posibilidad de fallos. La misma arbitrariedad del procedimiento los tapa.
Sin embargo, el film que nos ocupa se basa en una historia real, la de un falso culpable víctima de los manejos de la CIA. Una entidad que dado su evidente fracaso como agencia de espionaje, pues no parece capaz de prever las grandes jugadas en el tablero mundial, léase invasión de Kuwait o el 11-S, se gana el jornal dando duro a los detenidos. Hace medio siglo Hitchcock rodó una de sus historias más estremecedoras, llamada precisamente Falso culpable, sobre un inocente sobre el que caía el erróneo peso de la justicia. Expediente Anwar le debe mucho a este gran clásico. Detalla con la frialdad de un reportaje el proceso por el que un ciudadano corriente cae en las manos de una maquinaria implacable que lo reduce a la nada. Desde este punto de vista, es la antitesis de The Contract, reseñada un post atrás. El film está rodado con precisión y cuenta con un guión donde se nota que uno de los productores es Steve Golin, que hizo lo propio en Babel. Una serie de personajes afectados por la decisión de secuestrar a un ciudadano egipcio residente en Estados Unidos tendrán que tomar su postura. Un grupo de actores excelentes dan verosimilitud dramática a sus personajes. En especial, Meryl Streep. Aunque este Alcancero nunca le tuvo mucha simpatía, está perfecta como la guerrera del nuevo orden que no duda en dar las órdenes más demenciales.
Expediente Anwar huye de lo panfletario y es casi como lo que decíamos de Todos estamos invitados. Muestra una situación demencial donde hay unos descerebrados que ponen bombas masivamente y unos poderes públicos cuyas respuestas para combatirlos son infames. Todo ello genera una violencia que se retroalimenta y que lleva a otro callejón sin salida. Pero, ay, el film no remata su brillantez. Al fin y al cabo está diseñado para las grandes multisalas y no para competir en festivales, lo que lo lleva a cortar sus alas. Hay un truco narrativo final que en realidad no aporta nada. Asume el discurso tan americano de que por muy podrido que esté el sistema, siempre habrá sujetos honrados dispuestos a desafiarlo. Cabe la posibilidad de que los malos sean castigados. Y puede haber solución por muy negra que sea la cosa. Además, tanta referencia a la familia es sospechosa.
Sin embargo, a pesar de su decepcionante conclusión, Expediente Anwar, tiene bastantes puntos de interés en todo su primer tramo de metraje y no deja de ser un eficaz testimonio en contra de una de las mayores atrocidades del nuevo orden mundial.
Si la película fuera alemana, le habrían pegado un tiro a los diez minutos. Si fuera argentina, lo habrían tirado desde un avión. Si fuera china, lo habrían hecho lonchitas y nos lo habríamos comido nosotros al curry con salsa de ostras. Si fuera española, tal vez habrían contratado a Torrente y Amedo para secuestrarlo y entonces…
Interesante película, sobre todo porque todos los frentes (los estadounidenses, la administración egipcia, la CIA, los terroristas) pasan por la barbacoa. El personaje de Meryl bien podrían haberlo suprimido. En ciertos pasajes me recordó al malo del Inspector Gadget.
El problema, amigo Ender, no es el personaje, sino Mrs. Streep, que como de costumbre ofrece un recital de mohínes y sobreactuaciones varias. Así un papel que debería haber sido el de una sutil e implacable cabrona lo convierte en la bruja Piruja del bosque, dando más risa que miedo.