The Contract parte de una situación tan inverosímil que hace muy difícil tomarse el resto de la película en serio. Un buen ciudadano, que se va con su hijo adolescente a darse una acampada en un bosque para intentar reconstruir su deteriorada relación, se topa con poli moribundo que transporta a un peligroso preso. El agente de la ley encarga al anónimo –para él, se entiende- sujeto que termine su misión y escolte al delincuente a la estación de policía más próxima. Seguramente, en un guión del difunto Azcona el ciudadano hubiera puesto como excusa el reuma para escaquearse. Pero aquí, el tipo va y se pone a custodiar al detenido, aunque sabe que sus compañeros lo están buscando y no se andan con chiquitas.
Más allá de esta disparatada premisa, que no deja de ser propaganda del amor de los estadounidenses por la ley, la película hace aguas por todos los costados. A Bruce Beresford, antaño conocido por sus dramas intimistas como Tender Mercies o Paseando a Miss Daisy, se le nota completamente desinteresado en lo que tiene entre manos y se ve que lo ha rodado rapidito para cobrar el cheque. Pero es que la absurda trama no daba para más. El detenido se nos presenta como un crack de los servicios de inteligencia que trabaja por libre, como los compañeros que lo buscan, pero es incapaz de derrotar a su inesperado guardián, que se supone es un modesto profesor. Además, éste resulta capaz de vencer a los puños a sus perseguidores o de manejar con precisión un rifle de asalto. Sabemos que desde el 11-S cualquier americano es un marine en potencia, pero esta exhibición es excesiva. Uno sospecha que el buen ciudadano tuvo que tener un pasado de profesional de la violencia, pero no se nos explica. Especial grima da ver a dos excelentes intérpretes como Morgan Freeman y John Cusack perdidos en este absurdo. ¿Qué demonios les contaron para convencerlos?.
En fin, que no merece la pena extenderse más en The Contract. Un ejemplo de la coherencia de la trama para disuadirles del todo de verla: en el bosque donde transcurre la acción, sito por cierto en Bulgaria haciendo que son los del estado de Washington, no hay cobertura para los móviles pero sí hay wifi para que los malos vean los planos del bosque en su portátil.
¿Qué demonios les contaron? ¿O qué demonios LES PAGARON?
Circulan infinidad de leyendas sobre lo que cobró Sean Connery por hacer la segunda parte de «Los Inmortales» (la peor segunda parte de toda la historia del cine, casi incluyendo la saga destrozadora de La Guerra de las Galaxias)…
En fin. Hay que mantener la casa en Sunset Boulevard.
A lo mejor como la película se rodó en Bulgaria les apetecía conocer los Balcanes a costa del presupuesto de la peli. De todos modos no creo que hayan cobrado tanto. Ninguno de los dos son megaestrellonas y «The Contract» se la ve cortita de presupuesto.