El último gran mago va no, sobre la magia, sino sobre las estafas, tanto las profesionales como las personales. El encuentro entre Harry Houdini, el legendario escapista, y una presunta médium que actúa en garitos de mala muerte, es el de dos personas que han hecho de su vida la simulación. Lo mejor de la película es como los une. No importa que uno esté en la cumbre de su gremio y la otra sobreviva de mala manera. Lo único que les separa es su grado de popularidad.
Puede que la seudovidente encarnada por Catherine Zeta-Jones tenga que enviar a su hija a espiar y sacar los secretos de los espectadores a los que luego deslumbrará con sus “revelaciones”. Pero en el fondo Houdini no es mejor. La película cuenta el truco de su famoso escapismo de una urna con agua mostrándolo como un fraude. Cara a la galería el famoso mago es carismático y popular, pero en su vida privada es un amargado. Finge una fuerza física que ya escasea, con el numerito de aguantar puñetazos y tragándose el dolor. Un show que le acabaría constando la vida. Ambos son dos caras de una misma moneda.
Por eso, más que el amor, lo que nace entre los dos es la comprensión de dos pillines que en el fondo llevan una falsa vida. Seguramente, Houdini comprende que esa fascinante mujer que se las sabe todas seguramente es una impostora, pero encuentra en ella una verdad y una complicidad ausente de su realidad. La lástima es que las posibilidades de esta historia naufragan por completo en las átonas manos de la directora Gilliam Armstrong. Hace tiempo que este Alcancero no ve un film dirigido con tanta sosería y que deja escapar tanta sugerencia con un estilo peor que el de los telefilmes de lujo. Hay otros errores, como un Guy Pearce demasiado joven para dar vida a un Houdini que ya tenía 52 años cuando ocurre la acción, y una confusa deriva hacía un esoterismo digno de Cuarto milenio. Una pena que tanta magia no se acabe contagiando a los espectadores.
yo digo que matemos a todos los que hacen mal cine, es que hoy me he levantado un poco agresiva a lo que se ve
Si nos ponemos así no acabamos en meses de liquidar cineastas.