La mejor crítica a Jumper la hicieron los adolescentes que estaban sentados ayer en el cine detrás de este Alcancero. Cuando uno de los personajes sacaba más bien por el morro del guionista del film una play station (no me pregunten si wii o de otro modelo, que uno ya está algo mayor para tanta tecnología) empezaron a elogiarla. O cuando salía la chica de la película, una infumable Rachel Bilson, valoraron sus encantos no precisamente de actriz. O sus “que guay” cuando empezaba la orgía de saltos de su protagonista por diversos lugares del mundo.
Y es que Jumper no oculta sus cartas en ningún momento. Sabe que su target, que dirían los publicistas y los estrategas electorales de ZP y Rajoy, son los jóvenes que han respondido bien aupando dos semanas seguidas la película a lo alto de la lista de más taquilleras. Lo malo es que se duerme en los laureles. Lo cifra todo en su espectacularidad y nada en su guión, que tiene bastantes lagunas. La acción se contagia de la hiperactividad del protagonista, un Hayden Christensen post Annakin Skywalker, y va dando literalmente saltos sin preocuparse de ensamblar su trama.
Trama que por otra parte impide que nos quitemos de la cabeza a los X-Men de la Marvel, pues el protagonista es un chico que descubre tiene una anormalidad genética que le permite teletransportarse. Con el tiempo descubrirá que hay otros mutantes como él junto con una secta integrista cristiana que desde el alba de los tiempos los persiguen como una abominación, como un insulto a Dios. Estos apuntes no se aprovechan y sólo queda como una forma de crear unos supervillanos para los nuevos superhéroes. Que todo indica que tendrán secuela, dada la habilidad del filme para dejar literalmente colgados a varios personajes fundamentales sin que se sepa que ha sido de ellos y la sorpresita final que abre juego para las próximas entregas. Eso sí, ¿de verdad la maravillosa Diane Lane no encuentra mejores papeles para su madura belleza y su sensible talento?.
Bohf. Peó toavía.
[…] y sus trampas, con lo que el resultado final es bastante pobre. Y como hicimos en la reseña de Jumper, pedir que la maravillosa Diane Lane, una mujer que en Rastro oculto debe conciliar la vida laboral […]