Mi viaje a Pamplona y diversos compromisos me han tenido alejado del blog un par de semanas. En estos días ha pasado de todo, el estreno de filmes para los Oscars y la propia ceremonia, que nos ha dado la alegría de Bardem. Intentaré ponerme al día con los títulos que se han estrenado y que he visto recientemente. Empezaré por La escafandra y la mariposa, la película de Julian Schnabel, el hombre que consiguió la primera nominación para el actor madrileño.
Supongo ya sabrán que trata de la increíble historia de Jean-Dominique Bauby, pijo redactor jefe de la revista Elle versión francesa cuya vida cambió radicalmente tras sufrir un infarto cerebral. De su agitada existencia llena de glamour y de sexo pasó a ser un vegetal que sólo podía parpadear con su ojo izquierdo. Lo malo es que su derrame fue del modo llamado médicamente “síndrome del cautiverio”. Como en aquel cuento de uno de los discípulos de Lovecraft, aunque su cuerpo estaba muerto su mente funcionaba perfectamente. Bauby usó su parpadeo para dictar un libro sobre su experiencia, La escafandra y su mariposa, un best seller sensible y humorístico. No queremos pensar que hubiese ocurrido si esta historia hubiese caído en manos de un tremendista de Hollywood. Se hubiese convertido en una película de superación personal a lo Una mente maravillosa seguramente más valorada cara a los Oscars. Tampoco es un drama pesimista como el que hizo Amenábar en Mar adentro. Schnabel aprovecha para hacer una defensa de la imaginación como alternativa vital. A Bauby sólo le queda escapar de su escafandra imaginando otros mundos. A pesar de su dureza, la película usa un estilo poético que demuestra que se puede hablar de determinados temas con dulzura. La forma de contarlo es estimulante. El principio del film está narrado desde el punto de vista de Bauby, con lo que ve desde su ojo sano. Así entramos en su perspectiva, tanto física como mental. Progresivamente, el espectro se amplía y ya vemos al enfermo desde fuera, llegando un momento donde se equilibran los dos puntos de vista. Así se llega a una completa visión de lo que significa sufrir el “síndrome del cautiverio”.
Pero el verdadero punto de visto es interior. Bauby acaba sacando jugo a su limitado campo de visión, centrado en el hospital donde se trata, y haciendo poesía de ello. Schnabel hace valer su formación pictórica para dar una gran plasticidad a su filme. Pero hay algo más, una gran historia de amor y sacrificio, centrada en su ex esposa. Mientras la actual novia del periodista no comparece en el centro ni de casualidad, su antigua mujer está allí dando el callo aunque Bauby ni se cosca, obsesionado con su actual chica. Es excelente y cruel la escena en que la ex esposa tiene que hacer de intermediaria con la novia en una conversación telefónica, donde tiene que soportar una auténtica humillación. La encarna una sorprendente Emmanuelle Segnier, madura como mujer y como actriz, lejos de aquella agresiva chica que salía en las películas de su protector y amante Roman Polanski. Eso nos ayuda a distanciarnos algo de Bauby al descubrir que el hecho de estar enfermo no significa la perfección moral. Una ambigüedad que enriquece la película al alejarla de la hagiografía.
Compleja y poética, consigue transmitir una extraña sensación de optimismo. Uno de los filmes más originales de los últimos tiempos, tanto en su formulación como en su sorprendente filosofía.
Hoy. Habrá que verla. ¿La están proyectando?
[…] LA ESCAFANDRA Y LA MARIPOSA Una de las películas más sensibles del 2008 a pesar de su escabroso tema. Mezcla de surrealismo, de poesía y de crudo realismo, demostró que se puede hablar de las minusvalías más brutales de forma original sin caer en los melodramas de salón. […]