Monstruoso tiene el problema de haberse estrenado después de [REC], con lo que su técnica de cámara al hombro ya no puede sorprender. Aunque la propuesta es más radical formalmente. El que maneja la digital en el film de Matt Evans (aunque el verdadero cerebro es el productor J.J. Abrams, el padre de Perdidos, Alias y Felicity, y director él mismo de la tercera parte de Misión imposible), no es un cámara profesional como en la película española. Es un joven participante en la fiesta de despedida neoyorquina de un yuppie que se va a Japón a ocupar el cargo de vicepresidente de una empresa. Sólo que en vez de documentar un sarao acaba filmando el ataque de un desproporcionado monstruo sobre la Gran Manzana. Como en la reciente Soy leyenda, Nueva York vuelve a ser el epicentro de las catástrofes mundiales. Secuelas del 11-S que aquí son más evidentes. Entre otras referencias al desastre de las Torres Gemelas, se levanta una inmensa polvareda que engulle a los protagonistas, como cuando los emblemáticos rascacielos se vinieron abajo.
Pero volviendo al hilo, el hecho de que el que filma el desastre sea un aficionado hace que Evans y Abrams se arriesguen con una gran desaliño formal. Hay planos truncados, desencuadrados, lo que da sensación de urgencia que se acopla muy bien con el espíritu del film. Monstruoso no se centra tanto en los ataques del extraño coloso como en lo que significa moverse en un mundo que de repente se ha vuelto de conocido a hostil. Es más sobre las consecuencias de lo que está ocurriendo que sobre lo que ocurre en sí. Así, los ataques del monstruo y sus adláteres, una especie de insectos que se desprenden de su coriácea piel y son muy letales, están rodados de forma casi impresionista. La técnica del film hace que sea más importante la confusión que generan que verlos detalladamente. Es una película sobre el caos.
Y sin embargo, a pesar de estas atractivas premisas, Monstruoso no redondea la faena. Como la propia [REC], como la lejana madre espiritual de estos filmes, El proyecto de la bruja de Blair, el artificio se vuelve en su contra. Resulta cansina tanta cámara al hombro. Es muy difícil para unos actores mantener hora y media la sensación de naturalidad sin caer en el estereotipo. Es increíble que el que maneje la cámara no la suelte ni cuando los insectos ataquen. Y, sobre todo, los alardes técnicos están bien cuando hay una historia detrás que lo sostenga, y no es el caso. Monstruoso es un convencional relato de un grupo de amigos al rescate de una de ellas que ha quedado atrapada. Y se toma demasiado en serio a sí misma, lejos del sano pitorreo que en el fondo informaba el film de Plaza y Balagueró. Nuevamente, una película que ofrece mucho menos de lo que promete.