Iniciación en ferrocarril

En Viaje a Darjeeling, Wes Anderson sigue con su deconstrucción de la familia americana, que es la piedra angular de su cine. En estos tiempos donde los obispos ultracatólicos vuelven al púlpito del Viernes Santo a atronar contra la destrucción del matrimonio con hijos tradicional, las películas de este atípico tejano, que demuestra que en su tierra hay algo más que revólveres y petróleo, son un bálsamo. Sin embago, este Alcancero no está de acuerdo con los que dicen que en Viaje a Darjeeling es superior a otros trabajos anteriores más marcianos de Anderson, en especial esa obra maestra del absurdo con sentimientos que es Life Aquatic. Uno prefiere la salvaje escena de esta última película donde Bill Murray extermina a los que han asaltado su barco a ritmo de Iggy Pop que toda la delicadeza de Viaje a Darjeeling. Cuestión de gustos.

            Y no es que este Alcancero carezca de sensibilidad, sino que le parece que Anderson, con su última película, inicia un proceso de acercamiento al público mayoritario que de algún modo traiciona su ser más radical. A pesar de los habituales toques del tejano, no deja de ser un convencional viaje de iniciación de tres hermanos a lo largo de la India, lo que permite una cierta parodia de los pijos que se van a este país a buscar la paz espiritual. El mito sigue funcionando, como lo demuestra la cantidad de famosos y famosetes que en cuanto tienen unos días libres se van allí porque es guay. Gran parte de la cinta transcurre en el tren que da título original al film (The Darjeeling Limited) en lo que es un clásico paralelismo viaje físico-interno. Un tanto chocante, pues las experiencias que viven son más internas que externas, con lo que las aventuras no les afectan tanto. Sin embargo, no sería de justicia negarle a Anderson la habilidad de contar su en el fondo previsible historia de forma suave y poética, usando a un buen grupo de actores. Pero hay un detalle que avisa de los malos modos que puede adquirir el cineasta en el futuro. Me refiero al prescindible cortometraje que abre la función que se supone es una aventura galante de uno de los hermanos protagonistas antes de su viaje hindú. Una muestra de que el camino que Wes Anderson puede adoptar en el futuro si se convierte en un esteticista sin base. Tal vez en vez de dar puerta al inasible genio de Bill Murray como hace al principio de Viaje a Darjeeling, debería recuperarlo para volver a viejos y más disparatados tiempos.

3 Responses to Iniciación en ferrocarril

  1. Está bien abrirse al público, hombre. Todo lo demás es esnobismo. Y digo eso a pesar de que me hacen mucha gracia las pelílculas anteriores de Anderson. Ésta aún no la he visto, así que ya daré mi opinión sobre las otras cosas que dices más adelante. Saludos.

  2. Microalgo dice:

    Pues de lo que me han dado ganas es de ver «life aquatic». ¿La tenemos (que diría Fenrir el Lobo)?

  3. alcancero dice:

    Pregúntele, pregúntele, aunque creo se halla con bronquitis según mis últimas noticias.

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