Genocidio de diseño

Los hermanos Taviani, Paolo y Vittorio, son de estos  iconos culturales setenteros que no han resistido bien el paso del tiempo. Meses atrás tuve ocasión de ver fragmentos en la tele de su obra magna, Padre Padrone, y no se aguantaban. También recuerdo haber visto no ha mucho trozos de La noche de San Lorenzo y fue aún peor. Mi mente voló a los años 80, cuando se proyectó en Alcances, en los tiempos felices en que uno era sólo uno de sus  atentos espectadores, y a los aplausos que levantó entre su progre parroquia la muerte del malvado fascista que amargaba la vida a los protagonistas. Dos décadas después, te dabas cuenta de que este villano era de opereta y que la estética estaba ya muy pasada de moda. El desastre de Good Morning, Babilonia, donde de tanto recrear el rodaje de Intolerancia atrajeron la mala suerte que tuvo la obra magna de Griffith, les expulsó de las carteleras españolas. Sólo Las afinidades electivas, donde se amparaban en Goethe, llegó a nuestro país hará unos diez años. Fue la única presencia de los Taviani hasta esta El destino de Nunik, cuyo estreno español se habrá beneficiado de la presencia al frente del reparto de la sevillana Paz Vega.

             Y no parece que los hermanos italianos vayan a recuperar su crédito con este film. El destino de Nunik –de nuevo, un absurdo título para el original La masseria delle allodole, La casa de las alondras-, al que traicionan muchas cosas. Es la adaptación de la novela de Antonia Arslan, editada para los interesados en España por Lumen, donde contaba la historia de sus antepasados, armenios que murieron en gran parte durante el exterminio ordenado por los turcos en la I Guerra Mundial, en uno de los grandes genocidios olvidados del siglo XX. La indiferencia internacional que levantó estimuló más adelante a Hitler a realizar sus propios planes contra los judíos. Uno valora el testimonio de recuperar un episodio negro de la historia europea, bastante silenciado, pero ello no basta. A los Taviani se les ha parado el reloj y su planificación lleva treinta años de retraso. La historia no rebasa los límites del melodrama más convencional y la estética es digna de los telefilmes de lujo de la RAI, lo que lleva a disparates como ver a mujeres armenias arrastradas por el desierto que se las arreglan para no perder nunca la capa de maquillaje. Tampoco ayuda el aire de europudding que tiene el film, con españoles, italianos y franceses encarnando a turcos y armenios. Es curioso que cuando los americanos hacen este gazpacho de nacionalidades se critique y cuando se hace en el viejo continente despierte la misma indiferencia que el exterminio armenio. Esto lleva a momentos de pura marcianidad, como ver en el mismo plano a la compulsiva Ángela Molina doblándose a si misma y a Paz Vega con otra voz castellana. Si quieren sacar a la gente de la película, lo consiguen a fe de este Alcancero. 

            Si a todo esto unimos unas escenas violentas que en vez de conmover mueven a risa, por ser dignas del gore más casposo, debemos colegir que el holocausto armenio aún espera su Claude Lanzmann que haga su particular Shoah (esta alusión al magno documental sobre el genocidio judío no es casual. Alcancero ha visto estas navidades las nueve horas y media y promete un próximo post sobre él). Mientras, si quieren un buen acercamiento al tema de El Destino de Nunik recuperen Ararat, de Atom Egoyan.

One Response to Genocidio de diseño

  1. Microalgo dice:

    No sé, pero a mí toda película en la que aparezcan violaciones me pone de muy mal rollo y, si puedo evitar verlas, mejor. Me bajan mucho la libido.

    Aparte, ahora mismo no hay en cartelera mucha cosa que ver, ¿no?

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