Viendo La vida íntima de Martin Frost uno recuerda el comentario que en el post anterior hizo el Profesor Franz sobre las duraciones de las películas. Este segundo intento del aclamado novelista Paul Auster de convertirse en director de cine, tras la decepcionante Lulu on the Bridge, daba para un corto. Pero no para un film de hora y media donde lo que se puede y quiere contar se resume rápidamente y se alarga en exceso, con demasiados tiempos muertos que sólo optan a rellenar el metraje.
Y es lástima, pues la idea es interesante y hasta bonita. La vida íntima de Martín Frost pretende ser una fábula sobre el escritor y sus musas. Las de los talentosos son guapas, encantadoras y sexualmente activas. Las de los mediocres, más bien lerdas, aunque pueden tener otros talentos. Es como si Auster advirtiese malévolamente contra todos aquellos empecinados en cultivar determinado arte para el que no están preparados cuando tienen otras cualidades que no explotan por su ceguera. Argumento peligroso, pues puede volverse contra el propio novelista metido a director de cine. Un buen narrador literario no tiene que devenir necesariamente en un buen narrador cinematográfico.
Pero insistimos en que el desarrollo de este prometedor argumento está muy mal ejecutado, con una historia a la que Auster no sabe sacar partido. Hasta actores como David Thewliss e Iréne Jacob están perdidos frente a sus personajes, que las más de las veces son entes inanes a la espera del próximo giro de guión. Además, hay un peligroso escoramiento hacia el onfalismo del “escritor y su mundo” bastante cargante, con esa gratuita voz en off diciendo obviedades de su oficio. De un Príncipe de Asturias se espera más que reflexiones tipo “la inspiración a veces aparece o a veces no” o la división de las historias “las hay lineales, circulares, etc”. Ombliguismo que se refuerza con la presencia en el reparto de la hija del Auster, Sophie (que curiosamente se llama como la retoña de Coppola a la que intentó convertir en actriz y luego en directora) y con que en la versión original la citada voz en off es la del propio novelista. Puede que los aficionados a relacionar cine y literatura saquen algún provecho de esta película, pero los cinéfilos seguro que no.