1408 (pronúnciese catorce-cero-ocho) es como si un equipo de recursos humanos hubiese “optimizado” la propuesta de El resplandor. En vez de un hotel entero, una sola habitación, y en vez de una familia entera, un solo personaje. Y sobre todo, el más funcional Mikael Håfström por Stanley Kubrick. Esta comparación no es gratuita teniendo en cuenta que ambos filmes están basados en escritos de Stephen King, al que se ve que tanta producción afecta al ingenio y se ve obligado a reciclar sus propios temas. Aunque tiene una cierta excusa. Según parece, King planteó el inicio del cuento en su libro Mientras escribo, como ejemplo de técnicas de escritura. Sin embargo, sus admiradores le presionaron y terminó completándolo y publicándolo, aunque sin calentarse mucho la cabeza.
Lo que si perdura es la mala leche de la habitación 1408, que se ve obligada ella solita a hacer todo el trabajo del hotel Overlook y volver loco al ocupante en una hora escasa. También mostrará una gran capacidad para sacar los demonios de la gente y usarlos en contra de sus dueños. Se agradece al film que frente al susto fácil –aunque alguno hay- use la estrategia de la tensión con algún golpe de ingenio, lo que garantiza un entretenido rato inquietante. Pero casi todo el mérito es de John Cusack, un excelente actor que no tiene toda la suerte que merece. La credibilidad que muestra enfrentándose a los horrores de la habitación ayuda a hacerlos más sostenibles para el espectador. Sin embargo, hay un sutil aspecto que aleja a la película de Håfström de la de Kubrick. El resplandor, en consonancia con la novela original (que pertenece a los buenos primeros tiempos de Stephen King, antes de convertirse en una churrería del terror), era la crónica de la destrucción de una familia sin remisión, aunque el libro jugaba mejor con la equivalencia entre sus problemas y los fantasmas del Overlook. En cambio, 1408 tiene una moralina sobre que después de todo hay que creer en el más allá y no ser tan escéptico. Signo de los tiempos entre ambas películas.
En fin. No sé si verla. No me llama mucho…
Pero ¿ha cenado alguna vez en el Wok éste asiático? Es una juerga. A ver si quedamos un día, Monsieur…