El director Edgar Wright y el guionista y actor Simon Pegg se dieron a conocer en 1999 con la corrosiva comedia televisiva Spaced. Aunque desconocidos aquí, son un éxito en Gran Bretaña. Siguiendo los pasos de los Monthy Python, están comenzando a labrarse una carrera cinematográfica con la parodia como eje. Hace tres años presentaron Zombies Party, burla de las películas de muertos vivientes pero que demostró que más allá del humor se movía una visión del mundo interesante. Ahora repiten con Arma fatal.
El título castellano (el original es Hot Fuzz) incide en la idea de que vamos a ver una sátira de las buddie movies con parejas de policías incompatibles entre si de gatillo fácil. Aquí se juntan un legalista y eficaz sargento con un pueblerino agente, que se pasa la vida admirando las ficciones policiales del cine que engulle en su casa. El primero ha acabado en un pequeño pueblo ya que sus superiores londinenses están hartos de su competencia que les deja en ridículo. El segundo es el hijo del sempiterno jefe de policía del pueblo. Pronto el paraíso que es la pequeña localidad muestra oscuros secretos.
Algunos considerarían a Arma fatal un ejemplo de cine postmoderno. No es un homenaje ni una parodia, sino todo lo contrario. Como le pasa a Tarantino, infinidad de películas son la referencia de la trama y se sirve de ellas para llegar a un extraño territorio que suena a ya visto y a nuevo a la vez. La película gira sin despeinarse desde la sátira amable de la vida campestre inglesa, sus colectas parroquiales y sus pintas en el pub, al thriller de conspiraciones, desembocando en una ensalada de tiros muy moderna y mejor filmada que otros títulos muy reputados en este campo, por cierto. Lo malo es que la sigue en todo, incluyendo la nefasta manía de no acabar a tiempo las escenas de acción y recargándolas más de lo preciso. Pero a cambio, Arma fatal ofrece una trama muy ingeniosa que no descarrila en sus cambios de rumbo, un grupo de personajes trazados con una solidez que hace tiempo no se veía y un descacharrante humor. Eso sí, si a alguien le interesa que corra a verla. En la sala a la que acudió este Alcancero el pasado jueves, día festivo, sólo habíamos tres espectadores, mientras al lado se llenaban las sesiones con filmes infantiles.
Ops.
Llego tarde (estaba de parranda) y me encuentro con demasiado para leer. Me zampo este último y seguiré en orden retrospectvivo, cual Memento Okazaki.
Bienvenido sean los blogs de esta calidad. Me voy a dejar el sueldo en cines.
Abrazotes.